Opinión
La Reforma que no reforma
Por: Germán Sánchez
Todos en Colombia estamos de acuerdo en que se requiere desactivar lo que se conoce como la bomba pensional, donde por «derecho a igualdad», inventado y defendido a raja tabla por los magistrados que se benefician de ella, se subsidian con pensiones más altas, igual que las bajas.
Con esta reforma a las pensiones está sucediendo lo mismo que con la de la salud; la pelea, el pataleo y la puja es por quien maneja la plata. En la salud, la de la intermediación, en las pensiones, la operación financiera del dinero de quienes ahorramos. Así de sencillo, póngale el disfraz que quieran.
Esta reforma pensional no toca los regímenes especiales de congresistas, magistrados, presidente, fuerzas militares y hasta magisterio. Siguen incólumes. Perjudica de frente a los jóvenes y todo aquel que quiera un pensión digna y no miserable. Uno, porque limita los montos de cotización del sistema público y dos porque no obliga a los Fondos Privados a que les den a los pensionados el dinero constante y sonante, con intereses, rendimientos, utilidades de todos los negocios e inversiones que hicieron con su plata a lo largo de la cotización. Es el viejo estilo de pensamiento, de que crear equidad es repartir pobreza por igual.
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Una reforma que en filosofía y propósito pasa el año, pero que en realidad no soluciona nada, como la mayoría que hemos visto de este y los anteriores gobiernos del país.
La fórmula y solución para esta y otras reformas es simple: Reducir el tamaño del Estado central, mayor descentralización y autonomía presupuestal y financiera para las regiones, no crear más burocracia con la inversión de ministerios, direcciones, gerencias, institutos y consejerías innecesarias, por no decir inútiles.
La platica que no se roban ni malgastan desde el nivel ejecutivo alcanza y los impuestos y regalías usufructo de bienes de la Nación deberían ser para inversión pública necesaria, que ya todos sabemos dónde y en qué. Punto final.