sábado, 5 de julio de 2025 17:24

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Opinión

El ser vulnerable: poder y autenticidad en la sociedad contemporánea

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Por: José Julián Ñáñez Rodríguez – director del Doctorado en Ciencias de la Educación de la UT y Alejandra Barrios Rivera – magíster en Educación.

 

La vulnerabilidad humana, ese estado natural de exposición a lo incierto, ha sido sistemáticamente estigmatizada en nuestra sociedad. Desde la primera infancia somos sometidos a un riguroso adoctrinamiento emocional que nos enseña a reprimir nuestras fragilidades con imperativos como «los hombres no lloran», «debes ser fuerte» o «no muestres debilidad»; expresiones que, como sugiere Judith Butler (2006), funcionan como dispositivos de configuración subjetiva que determinan qué emociones son socialmente aceptables y cuáles deben ocultarse. Nuestra vulnerabilidad no es una simple disposición individual sino una condición que emerge precisamente en nuestra exposición inevitable ante los otros.

Al respecto, Emmanuel Lévinas (1993) nos ofrece una perspectiva reveladora al considerar la vulnerabilidad como fundamento mismo de la ética. Para él, es precisamente en nuestra capacidad de ser afectados por el otro donde reside la posibilidad de la responsabilidad y el compromiso ético. Una sociedad que niega sistemáticamente la vulnerabilidad está, por tanto, socavando las bases mismas de la convivencia y la solidaridad.

En este sentido, las palabras de Kim McMillen (1999) resultan esclarecedoras:

Cuando me amé de verdad,

pude percibir que mi angustia,

y mi sufrimiento emocional, no es sino una señal

de que voy contra mis propias verdades.

Hoy sé que eso es… Autenticidad

Este fragmento poético nos confronta con una paradoja esencial: el rechazo de nuestra vulnerabilidad, lejos de protegernos, nos aleja de nuestras verdades más íntimas y, consecuentemente, de la posibilidad de una existencia auténtica.

Martha Nussbaum (2006), por su parte, ha desarrollado una crítica profunda a la idealización de la autosuficiencia, señalando que una sociedad incapaz de reconocer la vulnerabilidad es necesariamente incapaz de cultivar la compasión. La filósofa nos invita a reconsiderar la fragilidad no como defecto sino como condición necesaria para experimentar toda la gama de emociones que enriquecen la experiencia humana: el amor, la gratitud, la compasión.

La relación entre vulnerabilidad y poder merece especial atención. Contrariamente a la creencia popular, exponernos en nuestra fragilidad puede constituir un acto de profunda valentía y, paradójicamente, de poder. Como propone Byung-Chul Han (2014), el verdadero poder quizás no reside en la capacidad de imponerse sino en la valentía de exponerse. La vulnerabilidad consciente y voluntariamente asumida desafía las lógicas tradicionales de dominación y abre espacios para vínculos más horizontales y genuinos.

El problema no radica simplemente en una cuestión cultural; la vulnerabilidad ha sido mercantilizada. El sistema capitalista contemporáneo ha encontrado en nuestros miedos una veta inagotable de recursos. Los seguros, como ejemplo paradigmático, operan sobre la premisa de nuestra fragilidad física, económica y social; no obstante, en lugar de fomentar la aceptación de esta condición, promueven la ilusión de su superación mediante la contratación de pólizas cada vez más sofisticadas. Sin embargo, la mercantilización va más allá, el discurso sobrevalorado de la autosuficiencia, el amor propio y la resiliencia ha transformado nuestra condición vulnerable en combustible para la promesa de felicidad propia y ajena, convirtiéndola en otra fórmula comercializable de éxito. El miedo, convertido en mercancía, neutraliza nuestra capacidad para aceptar la incertidumbre como parte constitutiva de la existencia.

¿Cómo podemos reconstruir una relación más saludable con nuestra vulnerabilidad en un sistema que la explota económicamente? ¿ Es posible recuperar el valor ético y existencial de nuestra fragilidad en medio de estas dinámicas mercantiles y del auge de la psicología positiva y los discursos de autoayuda que la instrumentalizan? Estas preguntas nos invitan a repensar no solo nuestras prácticas individuales sino también las estructuras sociales y económicas que las sostienen.

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La transformación de nuestra relación con la vulnerabilidad requiere una revolución pedagógica. Nuestros sistemas educativos actuales funcionan como dispositivos de reproducción de la lógica dominante; transmiten el mandato implícito de la invulnerabilidad. Se hace necesaria una verdadera educación emocional, pero abordada con la seriedad, profundidad y cuidados que amerita, no como simple tendencia o herramienta de adaptación al sistema. Pues, las consecuencias de su ausencia configuran sociedades incapaces de gestionar el conflicto, la diferencia y la incertidumbre. Cuando impedimos a niños y niñas expresar su fragilidad, no solo limitamos su desarrollo emocional; mutilamos, además, su capacidad para construir vínculos sanos basados en la reciprocidad y el reconocimiento mutuo.

Paul Ricœur (1990) nos ofrece una perspectiva reveladora al señalar que la construcción de una identidad auténtica pasa por la capacidad de narrar nuestras fragilidades. El filósofo francés nos invita a comprender que solo mediante la articulación narrativa de nuestra experiencia vulnerable podemos integrarla como parte constitutiva de nuestra identidad. Esta narratividad no es un simple ejercicio de catarsis; constituye un acto profundamente político que desafía las lógicas hegemónicas que han patologizado la expresión de la vulnerabilidad.

La autenticidad, ese horizonte tan anhelado en la sociedad contemporánea, se revela así inseparable de nuestra capacidad para asumir y expresar nuestra condición vulnerable. La paradoja es reveladora: buscamos desesperadamente la autenticidad mientras reprimimos aquello que podría conducirnos hacia ella. La máscara de invulnerabilidad, lejos de protegernos, nos aísla; nos condena a una forma de soledad particularmente dolorosa: aquella que se experimenta incluso en compañía.

Referencias

Butler, J. (2006). Vida precaria: el poder del duelo y la violencia. Paidós.

Han, B. C. (2014). Psicopolítica: neoliberalismo y nuevas técnicas de poder. Herder.

Lévinas, E. (1993). Entre nosotros: ensayos para pensar en otro. Pre-Textos.

McMillen, K. (1999). Cuando me amé de verdad. Zenith.

Nussbaum, M. (2006). El ocultamiento de lo humano: repugnancia, vergüenza y ley. Katz Editores.

Ricœur, P. (1990). Soi-même comme un autre. Seuil.