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Opinión

Tierra de Coca: La Paz Total de Petro y la Ruina de Colombia

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Por: Felipe Ferro

Colombia se está ahogando en coca. Las alarmantes cifras de la ONU revelan que, para 2023, el país alcanzó un récord de 253.000 hectáreas de cultivos ilícitos, un aumento del 10% respecto al año anterior. Peor aún, la producción de cocaína pura se disparó en un 53%, llegando a 2.664 toneladas métricas. Mientras tanto, el presidente Gustavo Petro posa en foros internacionales como la COP16, predicando sobre la protección del Ambiente, pero ¿qué hay de la devastación que ocurre bajo su propio mandato? Petro guarda un silencio cómplice frente a los narcoterroristas que han convertido a Colombia en un mar de coca, desforestando a sus anchas y destruyendo ecosistemas valiosos.

Es irónico que mientras Petro culpa a las industrias, como la azucarera, de «exterminar» la biodiversidad, permita que el ELN y las disidencias de las FARC desborden el país con plantaciones de coca en zonas protegidas, destruyendo parques nacionales y resguardos indígenas. Hoy, 48% de las áreas de coca se encuentran en estos territorios de manejo especial, donde especies en peligro crítico de extinción como árboles, aves y anfibios están siendo arrasados por la expansión de los cultivos ilícitos. La incoherencia es abrumadora: Petro habla de transición energética y de salvar el planeta, pero ignora el ecocidio que sus «socios» de paz cometen a diario.

Cauca, Nariño, Chocó y Norte de Santander son ahora epicentros de la coca en Colombia, con más de 30.000 hectáreas cada uno dedicadas a este cultivo. En total, 16 de los 19 departamentos con presencia de coca han experimentado un crecimiento sostenido. El narcotráfico se ha expandido bajo el disfraz de la «paz total», una política que, en lugar de frenar a los grupos armados, los ha fortalecido. Mientras tanto, las empresas criminales destruyen bosques tropicales y manglares, dejando un legado de deforestación y muerte en cada rincón del país. Más de 54 especies están en peligro de extinción, y Petro, quien debería ser el principal defensor de la biodiversidad, sigue dando la espalda al problema.

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Este gobierno ha sido indulgente con los verdaderos criminales ambientales. El ELN vuela oleoductos, contaminando ríos y acuíferos, generando desastres ecológicos irreparables. ¿Dónde está la condena de Petro? ¿Dónde están las sanciones a estos actos de terrorismo ambiental? En cambio, se entretiene señalando a sectores productivos como los azucareros o el ganadero entre otros, quienes generan empleo y desarrollo en el país, mientras los narcoterroristas continúan operando con impunidad. Petro se ha convertido en el mayor aliado de la coca, y el país está pagando el precio.

Hace 25 años, Colombia enfrentaba una situación similar. Sin embargo, bajo el liderazgo del presidente Álvaro Uribe, las hectáreas de coca se redujeron de 165.000 a 50.000 en 2008. Hoy, con Petro, estamos retrocediendo a pasos agigantados. Colombia está nuevamente sumergida en coca, y las consecuencias serán devastadoras tanto para nuestra biodiversidad como para nuestra seguridad nacional.

En lugar de buscar culpables en otros lados, Petro debe asumir la responsabilidad de su inoperancia. La paz total ha sido una estrategia fallida que ha dejado al país más vulnerable que nunca. Hoy, mientras Petro posa como el gran salvador ambiental ante el mundo, Colombia está siendo devastada por los grupos que él ha legitimado.