Opinión
QUERIDA FALSA DEMOCRACIA
Desde hace ya bastantes años, Colombia ha tenido el privilegio de ser llamado un país democrático; pero, ¿Realmente los resultados que se ven en las urnas pueden ser llamados democráticos?
POR: María José Alvis Castillo
Por desgracia, en nuestro territorio nacional salir a votar importa muy poco. Aparte, la influencia de factores sociales presentes en Colombia como la pobreza, la incultura y la violencia, abren paso a la pésima elección de gobernantes; se está permitiendo que las minorías pongan los mandatarios al frente de todo, y todos.
Con base en lo anterior, ¿Es realmente justo que solo un fragmento elija a las personas que nos ayudarán o perjudicarán? Gracias a la desinformación y analfabetismo (un 5.24%, lo que equivale a 1.8 millones) que aún poseen los colombianos, ¿Se dejará de manera impune que un candidato político logre ganar gracias a la “venta de votos”?
La realidad actual del país, se centra en una polarización política, que afecta económica y socialmente. Esto, aumentando a niveles escandalosos las tasas, llegando a que el gobierno actual alcance un 69% de desaprobación por parte del pueblo; y por supuesto: no olvidemos en la utopía que se encuentra el presidente Duque, justificando a su favor asesinatos de miles de líderes sociales, y sintiéndose orgulloso por logros acéfalos.
Teniendo en cuenta la desaprobación de más de la mitad de los ciudadanos, ¿Por qué ganó Duque? ¿Es el de Uribe? ¿Falsa democracia? Ambas, para ser honestos. La Constitución ofrece la posibilidad de elegir a los dirigentes de una manera “participativa”, de la cual, menos de la mitad es la que decide. Hablemos de cifras: 49.07 millones de habitantes viven en nuestro territorio colombiano; de este número, solamente hay 36.7 millones habilitados para votar, y de los cuales, en las elecciones pasadas, decidieron el futuro del país 19.3 millones. ¿Y los que no votaron por el candidato que quedó? ¿Y los que ni siquiera pudieron votar por ser marginados al no tener un pedazo de plástico? Someterse al poder se quiera o no, tal como lo proponía Weber.
Los jóvenes, como líderes que afrontamos hoy en día la realidad de nuestro país –como lo decía Garzón-, hemos despertado; pedimos paz y nos ofrecen armas; pedimos educación digna y recibimos recalzadas.
El punto que se desea tocar, es la injusticia con la que la supuesta “democracia” que hay en Colombia viene consigo; se deben tener en cuenta aquellos que su opinión es censurada al verse obligados a aceptar un dirigente que NO deseaban.
Después de haber vivido tantos años en un contexto rodeado por la violencia me pregunto: ¿Es realmente justo que una persona que ha tenido que sufrir la despiadada y feroz guerra (bien sea porque fue desplazado, uno de sus familiares fue llevado en contra de su voluntad a la guerrilla, o haya tenido que ver morir ante sus ojos a un ser querido) no tenga la oportunidad de votar, por una u otra circunstancia? ¿Dónde queda la “democracia” cuando los jóvenes queremos hablar, para generar un cambio, y somos callados por no poder meter un papel en una urna? ¿Por qué personas víctimas del conflicto armado logran perdonar, aspirando a un poco de paz, y personas que sólo han visto el sufrimiento por televisión no pueden darnos una oportunidad de una Colombia mejor? Es decir: no se puede llamar “democracia” a algo que no es elegido unánimemente.
Es momento de cambiar la crítica que solemos hacer desde la comodidad de nuestro sillón, por verdaderas acciones productivas; la “democracia” que hay debe ser reconsiderada.
Y usted, ¿Desea generar cambio, o solo se conforma?