Opinión
¿Qué tan conveniente es o no, dolarizar a Colombia? Las dos caras de la moneda

Desde hace unos meses, analistas económicos y el mismo exministro de hacienda Mauricio Cárdenas, han venido debatiendo un tema que gira alrededor del cuestionamiento propuesto por el economista estadounidense Steve Hanke, que hace alusión a la necesidad en nuestro país de dolarizar la economía colombiana; esto, ante el proceso de devaluación que ha presentado el peso colombiano, considerándolo como un «desestabilizador destructivo».
Por: Brigith Juliana Guzman Ramos
Economista Universidad del Tolima
Antes de poder proponer soluciones drásticas a situaciones coyunturales como las que atraviesa nuestro país, es importante analizar ante todo que: Para dolarizar una economía, se debe hacer una prospectiva en cuanto a que tan preparada pueda estar en su estructura y aparato productivo, para afrontar posibles ‘schocks’ económicos que afecten su estabilidad a largo plazo, y medir el grado de integración comercial con otros países.
La dolarización es un mecanismo el cual establece que de acuerdo a unas características dadas en un país, este mismo debe acogerse a una moneda extranjera para que pueda cumplir las tres funciones del dinero, las cuales son: Servir como unidad de cuenta, medio de pago y reserva de valor. Un país es obligado a dolarizar su economía cuando está viviendo una situación inflacionaria incontrolable, la incompetencia de la política monetaria y crediticia no le permite lograr un buen desempeño ante choques externos e internos, y la evidencia de problemas graves de incertidumbre y especulación financiera.
Un esquema de dolarización en un país, puede favorecer la recuperación a corto y mediano plazo de algunas variables macroeconómicas, como la inflación, el empleo, y la confianza de los agentes en la economía generando efectos positivos en el crecimiento económico, mas no quiere decir, que estos se trasladen a largo plazo de una manera equitativa, impulsando el desarrollo económico sostenible y sustentable.
Ampliando un poco más el tema, producto de aquellas secuelas que dejó la crisis de deuda, también llamada la década perdida, acontecida en los años 80s en América Latina, algunos países decidieron dolarizar sus economías; dentro de ellos se destaca a Ecuador, que ante un panorama de hiperinflación, fuga de capitales, para el año 2000, el Estado decidió adoptar oficialmente la dolarización del país; como resultado de dicho proceso, Ecuador pudo recuperar el crecimiento de la economía, logrando obtener un índice promedio anual del 4,3% entre los años 2006 a 2014, gracias al buen dinamismo que presentaba en su momento el sector petrolero. Asimismo, al devolverle la confianza a los inversionistas, generada por la estabilización de la inflación, que pasó de estar para el año 2000 en un índice del 96% a ubicarse en un 3% para el año 2004, se reactiva la inversión extranjera directa, menguándose la incertidumbre y especulación en cuanto política comercial, producto de posibles fluctuaciones en el tipo de cambio.
No obstante, la recuperación vertiginosa que fue mostrando Ecuador no ha podido ser sostenible en el tiempo, en cuanto a que algunos ‘shocks’ económicos externos, como la contracción de la demanda en ‘commodities’ de los países industriales, han revertido este proceso; como resultado entre el año 2014 y 2016, el precio del crudo del petróleo presentó una disminución pasando de 100 a 22 dólares por barril.
Actualmente, la situación en el vecino país sigue siendo más dramática, en cuanto a la volatilidad que ha presentado los últimos meses el precio del petróleo y el dólar, adicional el nuevo paquete de medidas económicas propuestas por el actual presidente, agudizan más el crecimiento y desarrollo económico, la estabilidad política y social de su población.
Por otro lado, si bien Colombia también ha pasado por momentos coyunturales no deseables que han generado fuertes efectos negativos en su economía, históricamente, el país no se ha visto envuelto en situaciones de hiperinflación, gracias al buen manejo que le ha dado el banco de la república a la política monetaria y a su papel preponderante, como institución totalmente independiente a las decisiones del gobierno, lo cual es fundamental a la hora de contrarrestar los efectos que puede provocar los choques externos a la economía local.
Uno de los objetivos de la política económica en un país es mantener la estabilidad de los precios, lo cual quiere decir, que el banco central debe lograr mantener una tasa de inflación reducida; en Colombia, el banco de la república sigue un esquema de inflación objetivo, el cual se ha establecido en un 3%; dicho fin para alcanzar un óptimo de producto y empleo. Para el año 2019, pese al complicado panorama mundial en cuanto a las fluctuaciones del precio del petróleo y el dólar, el banco de la Republica ha sabido manejar de una manera prudente los instrumentos de política monetaria; la inflación anual a julio del presente año fue del 3.79%; aunque es una cifra un poco elevada, si la comparamos con el año anterior, donde dicho índice se ubicó en un 2.34% para el mismo mes, con una variación porcentual del 62% aproximadamente, aun así, sigue siendo una cifra poco escandalosa, pero una variable macro en la que no se debe descuidar.
Por otro lado, en teoría se plantea que ante panoramas de devaluación del peso se presentan oportunidades para el sector exportador, lo que le permite incrementar su participación sobre el PIB; no obstante, la incertidumbre que se ha generado en los últimos meses en el mercado internacional, ha hecho que este sector se contraiga reduciéndose las ventas en un 2.5%.
En términos generales la situación que atraviesa Colombia, no puede ser un detonante para pensar en tomar medidas tan fuertes y drásticas como la de dolarizar la economía; si bien, el país tiene muchas debilidades, también cuenta con fortalezas y oportunidades; es prudente dar una mirada más amplia y profunda al aparato productivo de su economía y a su mercado interno, fortalecer aquellos sectores que en algún momento han aportado una gran participación económica, como lo es el sector agrícola e industrial, reinventar medidas que mejoren la productividad y competitividad de estos sectores, para evitar que las fluctuaciones y choques externos afecten la confianza de los consumidores e inversionistas; apoyar al 100% el tema en cuanto a innovación y nuevos proyectos de jóvenes emprendedores, velar por el correcto funcionamiento de las instituciones, lograr una mayor efectividad de las políticas públicas, trabajar arduamente para lograr una conectividad entre todos los departamentos del país en cuanto a la terminación de las obras de infraestructura 4G y con ello disminuir los costos de transporte e intermediación que afecta en mayor medida al sector agrícola; todas estas serie de medidas son indispensables si pensamos no solo en crecimiento sino también, desarrollo económico sostenible, trabajar por el presente y las generaciones futuras y la calidad de vida de los colombianos.
A modo de conclusión, es conveniente analizar, que la dolarización no puede ser vista ni tomada como un esquema de solución a largo plazo, ya que en un contexto en el cual un país que esté sometido y expuesto a la volatidad y choques externos de las economías emergentes, y de los países con los que tenga relaciones comerciales establecidas, es inevitable caer en una crisis que ahonden más los problemas estructurales y coyunturales que esté atravesando un país a nivel interno; por otra parte, la dolarización contrarresta los instrumentos de política monetaria si el banco central no tiene soberanía y es totalmente independiente de tomar las decisiones necesarias para estabilizar las variables macroeconómicas que en cierta medida no se vean tan afectadas por las situaciones de volatilidad, incertidumbre y especulación financiera.