Opinión
Ibagué, como toda familia, necesita una MUJER
Por Johana Aranda
Las mujeres tenemos capacidades y virtudes para sacar adelante esta y cualquier otra ciudad. Somos dadoras de vida y fuertes por naturaleza, administramos con eficiencia y poseemos el carácter que a muchos les falta.
La mujer en Colombia adquirió su derecho a votar hasta 1954, cuando en la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla se aprobó el acto legislativo No. 3 de la Asamblea Nacional Constituyente.
Actualmente las cifras de la Registraduría evidencian que las mujeres somos las que más votamos, un dato no menor, teniendo en cuenta que debimos esperar 97 años desde las primeras elecciones presidenciales con voto directo, para poder obtener nuestro derecho a elegir gobernantes.
Sin embargo, participar en la democracia no significa única y exclusivamente votar, también significa asumir procesos de liderazgo y tener la posibilidad de ocupar cargos de poder.
Sin esto último, el derecho a la democracia de las mujeres se reduce a delegar un tercero para que tome las decisiones, pero nunca a tener la posibilidad de gobernar.
Sólo el 22,8% de los ministerios en el mundo son manejados por mujeres y, para no irnos tan lejos, en lo que refiere a la elección de alcaldías en Colombia, mientras entre 2003 y 2019 los hombres pasaron de 2.943 a 4.516 candidatos inscritos, las mujeres pasaron de 318 a 754 inscritas, en dónde sólo 121 quedaron elegidas, evidenciando así la diferencia abismal que existe entre un género y otro, cuando hablamos de participación política.
¿A qué se debe esto? Actualmente la inscripción de candidatas es baja y la MOE es contundente a la hora de exponer que la violencia política contra la mujer incrementó 140%, motivo de peso para asegurar que muchos en Ibagué y el Tolima, quieren negar a toda costa, la posibilidad de que las mujeres seamos gobierno y ocupemos cargos poder.
¿Por qué una mujer alcaldesa? Para romper con la tremenda historia de exclusión democrática y enseñarles con hechos a quienes se aferran al pasado, que las mujeres tenemos capacidades y virtudes para sacar adelante esta y cualquier otra ciudad. Somos dadoras de vida y fuertes por naturaleza, administramos con eficiencia y racionalidad los recursos, poseemos el carácter que a muchos les falta y tenemos un corazón enorme para atender todas las enfermedades sociales.
Asimismo, además de la necesidad histórica de conquistar la posibilidad de que el género femenino sea gobierno, también es necesario recalcar dos elementos:
En primer lugar, de que nos sobra carácter para ejercer la autoridad que a muchos les falta, especialmente a quienes consideran que los asuntos de seguridad y defensa son exclusivos del hombre y, en segundo lugar, porque también le damos el lugar que corresponde a temas tan sensibles como la protección de la familia y la defensa de la mujer, que entre otras cosas, serán las 2 secretarías que pienso construir, para que por fin estas poblaciones tengan un doliente de peso que las proteja.
Ser ibaguereña significa amar ese traje rosa que los ocobos tejen para la ciudad, danzar con sus dulces melodías y defenderla como fiera del desorden, el desempleo y el atraso. ¡Por eso es el momento de las mujeres y por eso Ibagué necesita una mujer!
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