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Opinión

La felicidad desde el epicureísmo

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Por: José Julián Ñáñez Rodríguez

Aristóteles, en su libro primero, capitulo uno, «Ética a Nicómaco», postulaba que el fin supremo del hombre es la felicidad o “eudaimonia”. Esta idea, central en la filosofía clásica, ha permeado el pensamiento occidental durante milenios. Sin embargo, en nuestros días, cabe preguntarnos: ¿Cómo se manifiesta este ideal en una sociedad marcada por el consumismo, la inmediatez y la hiperconectividad?

La sociedad contemporánea nos ha vendido diversos sofismas sobre la felicidad. Nos han hecho creer que la acumulación de bienes materiales, el éxito profesional medido en términos económicos, o la constante exposición en redes sociales son caminos infalibles hacia la felicidad. Estos espejismos modernos nos alejan de una comprensión más profunda y auténtica de lo que significa ser verdaderamente feliz.

 Edgar Cabanas y Eva Illouz, en su obra «Happycracia: Cómo la ciencia y la industria de la felicidad controlan nuestras vidas», profundizan en este fenómeno, revelando cómo la «industria de la felicidad» ha convertido este concepto en un imperativo social y económico, creando nuevas formas de control y generando expectativas irreales sobre el bienestar emocional. Esta perspectiva crítica nos invita a cuestionar las narrativas dominantes sobre la felicidad y a buscar definiciones más auténticas y personales de lo que significa vivir una vida plena.

En este contexto, las reflexiones del filósofo Byung-Chul Han cobran especial relevancia. Han argumenta que vivimos en una «sociedad del cansancio», donde la presión por el rendimiento y la autoexplotación nos llevan a un estado de agotamiento crónico. Esta búsqueda incesante de la productividad y el éxito, paradójicamente, nos aleja de la felicidad que buscamos. Han nos invita a repensar nuestras prioridades y a recuperar espacios de contemplación y desconexión en un mundo hiperconectado.

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A lo largo de la historia de la filosofía, diversos autores han abordado el concepto de felicidad. Sin embargo, la teoría epicureísta ofrece una perspectiva particularmente relevante para nuestros tiempos. Epicuro proponía que la felicidad se encuentra en la «ataraxia», un estado de serenidad y ausencia de perturbaciones, la «imperturbabilidad del alma». Este concepto, aunque puede parecer abstracto, se traduce en la capacidad de mantener la calma y la claridad de pensamiento frente a las turbulencias de la vida. Esta visión, que prioriza la paz mental sobre los placeres efímeros, contrasta fuertemente con la cultura del exceso y la estimulación constante que caracteriza nuestra época.

Es crucial reinterpretar el concepto epicúreo de una «vida placentera» en términos contemporáneos. Contrario a la interpretación superficial que a menudo se hace, Epicuro no abogaba por una vida de excesos sensoriales. Por el contrario, su filosofía nos invita a encontrar placer en la simplicidad, en las relaciones auténticas y en el cultivo de la mente. En nuestro contexto actual, esto podría traducirse en priorizar experiencias significativas sobre la acumulación material, en cultivar relaciones profundas en lugar de conexiones superficiales en redes sociales, y en buscar el conocimiento y la sabiduría como fuentes de satisfacción duradera.

El concepto de salud mental como «higiene del alma» adquiere así una nueva dimensión. No se trata simplemente de evitar el malestar psicológico, sino de cultivar activamente un estado de bienestar interno que nos permita enfrentar los desafíos de la vida moderna con ecuanimidad y resiliencia.

Finalmente, es necesario resaltar que esta imperiosa búsqueda de la felicidad en el siglo XXI requiere una reevaluación crítica de nuestros valores y prioridades. Debemos cuestionar los imperativos de una sociedad obsesionada con el éxito material y la hiperconectividad, y redescubrir la sabiduría de filosofías que priorizan la paz interior y las experiencias auténticas. Tal vez, de esta manera podremos aspirar a una felicidad que sea verdaderamente significativa y sostenible en el paisaje complejo de la vida contemporánea.