Opinión
El cierre del ciclo escolar
Por: José Julián Ñáñez Rodríguez – director del Doctorado en Ciencias de la Educación de la UT y Alejandra Barrios Rivera – magíster en Educación.
El cierre del ciclo escolar suele asociarse con ceremonias, informes y discursos que intentan condensar un año entero de trabajo; sin embargo, vale la pena preguntarse qué sentido formativo adquiere este momento cuando se mira con un poco más de calma. Más que un trámite, el final del año deja ver prácticas, creencias y límites que moldean la experiencia educativa de estudiantes y docentes, especialmente de quienes terminan la educación media o culminan su paso por la universidad. Detenernos en estas transiciones permite interpelar tanto las narrativas oficiales como las realidades concretas que viven quienes atraviesan estos umbrales.
Los actos de clausura suelen desplegar un repertorio que exalta el mérito individual, el esfuerzo y las “puertas que se abren”. Pero estos mensajes chocan con datos recientes que muestran, sin rodeos, las desigualdades estructurales del sistema educativo colombiano. Según el Ministerio de Educación Nacional, aunque la tasa de transición inmediata a la educación superior pasó del 41,1% en 2022 al 45,9% en 2024, más de la mitad de quienes terminan grado once no acceden a formación postsecundaria. En zonas rurales, la cifra apenas llega al 29,9%. Esa brecha territorial permanece cuidadosamente fuera del discurso meritocrático (Ministerio de Educación Nacional, 2024).
Mientras las ceremonias celebran a quienes “logran avanzar”, poco se nombra a los miles de jóvenes para quienes el bachillerato se convierte en un techo, no en un trampolín. Para los estudiantes de undécimo, cerrar el año significa enfrentar decisiones cruciales en medio de una precariedad persistente. Cómo se mencionó en la columna anterior, las pruebas Saber 11 actúan como filtros que distribuyen oportunidades según los resultados, reproduciendo las lógicas de estratificación que Bourdieu y Passeron (1996) describieron hace décadas. El título de bachiller, que durante años se presentó como un pasaporte hacia nuevas oportunidades, hoy no alcanza para garantizar movilidad social. Para muchos jóvenes, ese diploma los deja frente a un mercado laboral que apenas ofrece trabajos inestables o ante la barrera económica que les impide entrar a la universidad.
Le puede interesar: Evaluación estandarizada y proyecto vital
Investigaciones recientes sobre juventudes en América Latina muestran cómo la precariedad laboral golpea especialmente a la población joven, con México y Argentina entre los casos más complejos (Santillán et al., 2025). En Colombia, menos de la mitad de los estudiantes de educación media continúan hacia la educación superior; el sistema, simplemente, no está cumpliendo lo que promete. Así, el cierre del ciclo escolar se convierte en un recordatorio de cómo la clase social, el territorio y el capital cultural pesan más que cualquier esfuerzo individual.
Para muchos, el bachillerato ya deja la sensación de haber llegado a un límite; y, aun así, la graduación universitaria tampoco termina ofreciendo lo que tanto se promete. Diversos estudios muestran que las condiciones laborales de los jóvenes con educación terciaria se han ido deteriorando en los últimos años (Santillán et al., 2024). Hoy, el mercado laboral suele fijarse más en habilidades muy concretas y en la experiencia acumulada que en los títulos mismos; por eso, aparece una brecha difícil de ignorar entre lo que se aprende en las instituciones y lo que realmente se exige afuera.
El fin del ciclo escolar, en suma, constituye una ocasión privilegiada para revisar la experiencia educativa con una mirada más amplia y cuidadosa. No se trata de proyectar expectativas que no corresponden a la función de la escuela, ni de convertir este momento en un acto de promesas que desbordan su campo de acción; más bien, es una oportunidad para comprender cómo se configuró el año, qué vínculos se fortalecieron con el conocimiento y cómo cada estudiante reconstruyó su relación con el aprender. Cuando este cierre se asume como un ejercicio de lectura crítica —sereno, honesto y pedagógicamente situado—, la institución no garantiza destinos, pero sí ofrece algo fundamental: claridad sobre el trayecto recorrido y condiciones para que cada quien pueda interpretar con mayor autonomía el sentido de su propia formación.
Referencias
Bourdieu, P., & Passeron, J.-C. (1996). La reproducción: Elementos para una teoría del sistema de enseñanza. Fontamara.
Ministerio de Educación Nacional. (2024). La educación que transforma el futuro. https://www.mineducacion.gov.co/portal/micrositios-institucionales/Con-dignidad-cumplimos-2022-2025/Educacion-Superior/425428:La-educacion-que-transforma-el-futuro
Santillán Hernández, A. S. ., Ávila Pozos, R., Cruz Castillo, R., Jiménez Munguía, R. R., & Temoltzi Ávila, R. (2024). Análisis de la precariedad laboral de los jóvenes universitarios según la carrera de egreso. Acta Universitaria, 34, 1–20. https://doi.org/10.15174/au.2024.4079