viernes, 25 de julio de 2025 10:43

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Opinión

Día sin carro y sin moto

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Por: Camilo Acevedo

El día sin carro y sin moto se institucionalizó en Ibagué mediante acuerdo municipal del año 2010, en este primer acuerdo la actividad contaba con un único día, específicamente el primer miércoles de cada febrero. Luego, en el año 2018, a través del acuerdo 009, se estipuló que la jornada se llevaría a cabo dos veces por año.

En el marco de la discusión, los ponentes del proyecto aseguraron que la movilidad genera el 32% de la contaminación por gases de efecto invernadero en la ciudad, entre otros argumentos. Sin embargo, el factor económico no tuvo tanta representación en el debate.

En ese orden de ideas y sumado a los graves impases que generó la pandemia, muchas empresas, aún en proceso de recuperación económica, expresan importantes reparos frente a la jornada, especialmente por la incidencia que esta tiene sobre sus utilidades.

Según la encuesta aplicada por Fenalco en septiembre del año 2022, el día sin carro y sin moto tuvo efectos negativos sobre el 70% del comercio Ibaguereño, especialmente en el sector automotriz. En ese sentido, las 55.989 personas ocupadas, registradas en el indicador de ‘comercio y reparación de vehículos’, serían los más perjudicados.

Es importante mencionar que durante el día sin carro y sin moto las ventas se contrajeron en un 70% y que el 39% de los empresarios indicaron tener grandes pérdidas.

Por otro lado, existe un elemento que puede poner entredicho la necesidad de estas jornadas. Esto se debe a que, en el marco del monitoreo y seguimiento que lleva a cabo CORTOLIMA,  el índice de la calidad del aire en la ciudad, con o sin restricción de vehículos, nunca supera el máximo permitido de PM10 y siempre se ubica dentro del rango ‘bueno’, es decir, por debajo de los 75 microgramos/m3, tal y como lo establece la resolución 2254 de 2017, emitida por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible.

Por ejemplo, cuando se hizo la medición en el pasado mes de septiembre, el nivel de la calidad del aire registró un 24.69, no obstante, en octubre fue de 24.23 y en noviembre de 23.9. Es decir, aunque evidentemente se registran mejoras, los cambios en la calidad del aire no son tan significativos.

Ahora, estar bien no implica bajar la guardia o hacerle el quite a la responsabilidad social de ofrecerle un medio ambiente sano a las futura generaciones. Aun así, es importante que haya sinergia entre medio ambiente y economía, precisamente de eso trata el desarrollo sostenible, un concepto que impuso al mundo la tarea de encontrar formas de generar desarrollo y riquezas, sin que estas vayan en detrimento de nuestro aire, el agua y la vida.

Es importante tener presente que luego de la pandemia, la pobreza extrema en Ibagué incrementó en un 300%, que más de 1.000 empresas fueron liquidadas y que el desempleo es alto, por eso la preocupación de quienes aún están en proceso de sacar adelante sus empresas es válida. Y, por otro lado, también es importante conservar el buen nivel de calidad del aire y asumir nuestro compromiso con la riqueza hídrica y vegetal de la ‘Capital Musical’.

Por lo anterior, le propongo a Ibagué la necesidad de pensar en medidas que beneficien a ambos elementos, bien sea involucrando a la actividad económica en los días sin carro y sin moto, o buscando formas alternativas de contribuir a nuestra responsabilidad ambiental, pues actualmente no existe sinergia o complementariedad entre ambos sectores.

Periodista del ámbito político administrativo y regional, con experiencia en diferentes medios de comunicación, director de Enfoque TeVe.