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Opinión

Laura Sarabia y el poder

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Por: Germán Sánchez

Más allá de amores y desamores, de afectos y desafectos sobre el actual Gobierno. De la ya insulsa disputa de izquierda o derecha, del aparente comportamiento errático y venático del presidente, de la posible inquina frenética de la oposición por criticarle todo y de todos seguir viviendo del escándalo público y la radicalización o la polarización; el hasta ahora ejercicio del Gobierno Nacional deja un interesante caso de estudio en cuanto a las mujeres en el poder.

Se trata del de Laura Sarabia, hoy directora del Departamento Administrativo de la Presidencia de la República, quien fuera jefe de gabinete de Petro, y quien le manejó la agenda al mandatario nacional en la primera y segunda vuelta presidencial colombiana.

El de Sarabia es un tema llamativo. No es ni una alabanza ni una crítica a ella, es solamente una observación investigativa cualitativa a su presencia en el centro mismo del poder nacional. Pues bien, en la historia reciente del país no se ha visto una mujer tan joven, acaba de cumplir 30 años, que sin los padrinazgos tradicionales de siempre, los abolengos de apellidos, ni el respaldo económico, ocupe semejante espacio de injerencia frente a la máxima autoridad nacional.

Profesional en relaciones internacionales de la Universidad Militar, con una maestría en Marketing político del Externado, pareciera se ganó ese espacio a pulso y sudor. En 2020 era parte de la UTL y asesora de Armando Benedetti, a quien le manejaba sus asuntos; en 2021 cuando este curtido político llega a la campaña de Petro, ella aterriza allí y se mete de lleno a colaborar con la agenda política, programática, de eventos y reuniones que también tenía a cargo el hoy embajador, según dicen.

Más allá de lo que todos especulemos o imaginemos frente a que Sarabia le conoce los secretos, las manías, los pecados, los negocios, los gustos, los resabios, las formas y los pareceres al primer mandatario colombiano y que por eso se haya ido unos meses y haya vuelto con más fuerza y poder al Palacio de Nariño, lo de esa joven mujer observada, amada y odiada por una parte del país, es destacable.

Sin duda, se convierte en un referente para las mujeres profesionales de Colombia en todas partes, pues tiene manejo de la chequera oficial nacional, posee incontables recursos a disposición y burocracia a su servicio. El caso de Sarabia es muestra sin duda de que las mujeres están entrando en su momento cumbre del poder político-económico en Colombia; es el inicio de su liderazgo, que no sabe uno si les va a durar una década o más, pero sí que apenas comienza. Y lo de esta funcionaria pública es muestra de que como ella muchas se prepararon, capacitaron, estudiaron y crearon los escenarios para acceder a esos espacios de decisión y llegaron para quedarse allí con estilo propio.

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Por supuesto, estar ahí la hace centro de miradas y disparos. Ser parte de escándalos y denuncias, como el de Marelbys Meza, la exniñera que supuestamente sustrajo 30 millones de dólares y que dicen Sarabia obligó a ir a polígono sin ser esta última funcionaria ni la primera tener dicha competencia; o que Meza hubiera sido interceptada en sus teléfonos ilegalmente, como investiga la justicia y cuyos lazos en esta trama quieren apuntar hacia la hoy directora del DAPRE.

Aseguran que Laura Sarabia se ganó dicho puesto y la confianza de Petro por su prudencia, eficacia y capacidad de trabajo, porque no tiene agenda política propia y solo responde a la de Petro en ese sentido. Además, que esas características también le han ganado los afectos de la propia familia presidencial, lo cual la vuelve mucho más poderosa en ese círculo cercano del poder.

Además, le rehúye a la prensa, no es mediática, su presencia en redes es apenas casual o propia de quien debe desempeñar ese cargo. No gusta por ahora de reflectores, declaraciones y opulencia de poder, lo cual la hace mucho más enigmática, pero también estratégica para tener un más claro el panorama sobre las coyunturas, momentos, variables y circunstancias en las cuales actuar en beneficio de Petro y el suyo propio.

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Yo ni la conozco, no soy amigo ni tampoco enemigo de ella; pero lo que sí soy capaz de reconocer es que pareciera tener una enorme capacidad crítica, una mesura del análisis admirable y la sagacidad para moverse entre los vericuetos, intereses y falsedades que rodean ese tipo de lugares donde se gesta el poder. Creo que ella, como muchas mujeres estuvo tranquilamente agazapada esperando su momento para entrar, justo cuando se abriera la hendija en el tan común machismo y la misoginia de la política, el poder y el Estado colombiano. Vamos a ver cómo le continúa yendo y si el poder no la absorbe ni nubla. Interesante saber, con el transcurso del tiempo, cómo termina una poderosa y joven mujer en el centro mismo del sanedrín presidencial del cual ella es actor principal. Lo repito, llamativo caso de estudio político-social, en lo nacional.

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