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Opinión

Oposición y coherencia

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En estos días de opiniones «políticamente correctas» y puritanismos por doquier, vale la pena tener algo de sensatez ante la palmaria realidad del departamento, y de cara a los periodos gubernamentales que se aproximan, recordar que  «No se puede hacer oposición a ultranza»

POR: MARCO PRIETO

Importante lección dejada en el plano de lo político por el maestro Carlos Gaviria Díaz, fallecido dirigente de extracción liberal que, en pleno clímax ‘uribista’ y disputándose los territorios de «lo divino y lo jurídico», hizo esta reflexión en torno a la figura del poder multidimensional, pues la relevancia de los cuerpos colegiados y su relación de poder desde el control político, tiene un efecto de injerencia constatable pero subestimado en un sistema electoral en el que, los sectores deslindados del bipartidismo y sus heredades, se consideraron derrotados al quedar por fuera del ejecutivo en los tres niveles de gobierno, como si el mero hecho de participar en un sistema devenido del pacto histórico entre élites no fuese ya una muestra de claudicación ante lo «puro» que exigen las ingenuas retóricas de la transformación.

Sin embargo insistir en el ejercicio institucional desde el sistema democrático en el que nos hallamos inmersos tienen un sino especial, el cual se configura desde el concepto de oposición, del cual debe excluirse la publicitada y falaciosa oposición concertada que hemos visto entre Santos y Uribe, por mencionar dos ejemplos relevantes de lo que es apenas una ligera división de métodos, pero no de intereses, lo cual difiere del «ser» oposición.

Luego, si debemos ir más allá de la división de métodos ¿qué puede sustraerse de una oposición dispuesta a reconocer logros y a respaldar ejercicios positivos de su antagonista? ¡Democracia! Y puede costar credibilidad, sí, pero no de otro modo se subvertirá la marcada tendencia a la instrumentalización política de lo público; hacer oposición a ultranza es articular la triada partidos, medios de comunicación y presión social, para disponer de todos los efectos negativos en contra del ejecutivo, sin importar el interés y el bienestar de las mayorías.

Oposición a ultranza es lo que ha vivido (léase sufrir) nuestra región, cuando todas las castas, las casas políticas y las maquinarias, han obrado de esa forma para hacer que el ejecutivo corresponda a sus intereses; la oposición a ultranza es el caldo de cultivo perfecto para quienes promulgan un Estado de Opinión sin mediar la cualificación que correspondería en el ámbito de lo social a dicho proceso. Es como una pataleta antidemocrática, en la que los caprichos omnibulan los hechos.

Dicho lo anterior ¿Queda la oposición relegada si no se pone del lado de la ultranza? Todo lo contrario. La oposición verdadera, esa que parte del diagnóstico y del pensamiento crítico como artículo imperante en los análisis y las disposiciones, se fortalece cuando actúa desde la concepción democrática del bien común, y no del cálculo electoral.

En este sentido el Tolima y varios de sus municipios, incluyendo la capital, tendrán, luego de muchos años de pobres mixturas políticas, voces que corresponden a verdaderos bloques políticos de oposición democrática y alternativa, de izquierda y progresista, cuyo principio es deslindarse de fórmulas apriorísticas para concentrarse en acciones analíticas y contextuales, caracterizadas por el juicioso estudio de las propuestas del ejecutivo en persona de alcaldes y gobernador, y deberá mostrar una férrea disciplina para investigar, corresponder y proyectar de cara a la ciudadanía. Lograr una oposición así, deslindada de mezquindades y cacicazgos, será génesis en términos de la transformación política de nuestra región.

Periodista del ámbito político administrativo y regional, con experiencia en diferentes medios de comunicación, director de Enfoque TeVe.