Opinión
¡La reforma de la incertidumbre!
Siempre estaremos de acuerdo en todo propósito de mejorar la atención en salud de nuestro país. La construcción de 2.500 centros de atención primaria, especialmente en las zonas rurales, la dignificación de los trabajadores de la salud y el pago directo a los hospitales, son puntos que respaldamos de la reforma a la salud que presentó el Gobierno Nacional ante el Congreso.
Por Johana Aranda
Sin embargo, la propuesta contiene otras iniciativas que generan incertidumbre sobre la operatividad en el sistema de aseguramiento, en la medida que sólo nueve EPS en el país cumplen con los requisitos establecidos.
Por ejemplo, genera preocupación la rápida transferencia de más de 10 millones de afiliados a la Nueva EPS, que entre otras cosas, asumirá el aseguramiento en la zonas donde no queden Entidades Promotoras de Salud.
Así las cosas, aunque técnicamente persista el aseguramiento, no existe claridad sobre la capacidad que tendrá el Estado y las pocas EPS que quedarán en pie, para absorber a todos los afiliados del país.
Esta preocupación sobre la viabilidad fiscal y operativa de la transición, puede poner en vilo, además de la popularidad de la reforma, la salud de millones de familias colombianas.
De igual manera, en la reforma se fijan plazos para reglamentar muy cortos y que generan demasiada incertidumbre sobre los mecanismos y las formas.
¿Quién atenderá a los pacientes crónicos, a quién va a llamar la madre cuando su hijo tenga 40 grados de fiebre o su mamá sufra por un dolor abdominal, provocado por una apendicitis, si su EPS desaparece de un día para otro?
Lo único seguro es que no se podrá llamar al puesto de salud que aún no se ha construido, ni al hospital que está quebrado, ni al Secretario de Salud para que le consiga cupo en alguna clínica.
Como dijo el exministro de Salud, Fernando Ruiz, “los colombianos debemos tener la plena certeza de que la reforma a la salud no será un salto al vacío que nos dejará sin atención médica”.
Por otro lado, como exsecretaria de salud y como paciente, soy consciente de las dificultades que nuestro sistema posee en materia de calidad, asimismo, también reconozco la ampliación de cobertura, que pasó del 29% a un 99% de colombianos afiliados.
Construir sobre lo construido significa rescatar lo que sirve y modificar lo que no sirve, pero de entrada, estamos destruyendo un sistema de información y de administración de riesgos que tiene 30 años.
Por último, estoy completamente de acuerdo en que la salud tiene que ser un derecho y no un negocio. No obstante, es importante recalcar que la reforma conserva la relación entre utilidad y calidad, ya que las EPS, ahora CAP, serán las encargadas de la promoción y la atención básica.
Además, tendrán el poder de autorizar si un paciente necesita atención en una institución de mediana o alta complejidad, instituciones que, entre otras cosas, pueden hacer parte de su estructura.
Tampoco existe claridad sobre los mecanismos y las formas para que el principio de prevención no sea suplantado por la rentabilidad o la maximización de la ganancia, elemento que ni siquiera es mencionado por quienes defienden la reforma a capa y espada.
La noble intención de una medida no significa que de buenas a primeras sea apropiada. Lo público necesita métodos, operatividad, recursos y claridad.
Mal haría yo en defender todo lo que hasta la fecha existe en nuestro sistema de salud, pero también, es mi deber resaltar lo que sirve y expresar mi inmensa preocupación por lo que puede pasar si no se hace una transición razonable y responsable.