Opinión
La doble cara de Óscar Barreto frente a temas ambientales
Por: Renzo García
El senador quien fue dos veces gobernador del Tolima, ha mostrado una actitud contradictoria e incoherente frente a la protección del agua, las cuencas hidrográficas y los bienes naturales del departamento.
Por un lado, ha defendido los intereses de las multinacionales mineras que amenazan con destruir los ecosistemas y la calidad de vida de los habitantes del Tolima, uno de los casos representativos es el del proyecto La Colosa en el municipio de Cajamarca. Por otro lado, ha presentado un proyecto de ley que busca proteger el río Combeima, una de las fuentes de agua más importantes de Ibagué y sus cerca de 550 mil habitantes.
¿Qué motivos tiene Óscar Barreto para cambiar su discurso y su postura? ¿Es acaso una genuina preocupación por el bienestar del departamento o una simple estrategia política para ganar adeptos y simpatías? ¿Es posible confiar en alguien que ha sido y es investigado por múltiples irregularidades en la contratación pública o casos de corrupción?
Óscar Barreto ha demostrado ser un político oportunista y camaleónico, que se adapta a las circunstancias y a las conveniencias del momento. Hoy por hoy vemos cómo en lo nacional aprovecha para acompañar algunas reformas de Gustavo Petro, y en lo departamental no escatima esfuerzos para que su gobernadora salga a reventar y descalificar algunas de las políticas del gobierno del cambio.
En el año 2009, en su primer periodo como gobernador del Tolima, decía: “No podemos ser vacas atravesadas al desarrollo” y no escatimaba esfuerzos para defender el proyecto minero La Colosa, de la multinacional Anglogold Ashanti, y atacar a los ambientalistas que se oponían a la explotación minera a cielo abierto de oro en Cajamarca.
En su segundo periodo como gobernador, Oscar Barreto objetó el acuerdo del Concejo Municipal de Ibagué que prohibía la minería contaminante, argumentando que era inconstitucional y que afectaba la autonomía de las entidades territoriales. Con esa objeción ante el Tribunal Administrativo del Tolima logró tumbar el acuerdo que protegía el patrimonio ecológico y cultural de los ibaguereños. En estas acciones, para Óscar Barreto, lo importante era el oro, la minería, los hidrocarburos, en lugar del agua y el derecho colectivo al ambiente sano de las presentes y futuras generaciones.
Sin embargo, ahora que es senador, Óscar Barreto parece haber cambiado de opinión. La semana pasada, los medios de comunicación regionales anunciaron que el senador presentó un proyecto de ley que pretende proteger el río Combeima, declarándolo como área de importancia ambiental y restringiendo las actividades económicas que puedan afectar su caudal y su calidad. Barreto dijo que su iniciativa busca garantizar el derecho al agua y a la vida de los tolimenses, y que es una respuesta a la crisis climática que vive el planeta.
¿Qué cosas han cambiado para que Óscar Barreto se preocupe ahora por el agua y el ambiente de las presentes y futuras generaciones, cuando antes lo ignoraba o lo despreciaba? ¿Es acaso una sincera conversión ecológica o una astuta maniobra electoral? ¿Es posible creer en alguien que ha sido contradictorio e incoherente en sus acciones y en sus palabras?
Barreto ha demostrado ser un político cuestionable y poco confiable, que no tiene una visión clara ni coherente del desarrollo sostenible y del cuidado de la naturaleza. Su proyecto de ley sobre el río Combeima puede ser visto como un gesto loable y necesario, pero también como una cortina de humo y una fachada para ocultar sus verdaderas intenciones y sus compromisos con el gremio minero. Ojalá sus propósitos sean genuinos y no una simple simulación para ganar adeptos.
Ojalá Óscar Barreto también le oriente a la directora de Cortolima y a su gobernadora implementar las ordenanzas que declaran los ríos Combeima, Opia, Totare, Recio, Lagunilla, Gualí y Saldaña, como sujetos de derechos y hacer realidad la ordenanza que declara la Emergencia Climática para el departamento del Tolima. Ojalá Óscar Barreto le pida a todos sus alcaldes adeptos y gobernantes del momento, rechazar los proyectos petroleros que van a afectar el acuífero de Ibagué y los proyectos mineros que van a poner en riesgo nuestras cuencas, la vocación agroalimentaria del Tolima y todo el potencial para el turismo comunitario, cultural y de naturaleza.
El Tolima necesita líderes que defiendan el agua, la vida y el territorio, con coherencia y con firmeza, no con doble cara y con doble discurso.
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