Opinión
JÓVENES: ¿PODREMOS SEGUIR SOÑANDO?
Por: María del Mar Mejía Rojas
Por estos días, la palabra preocupación, crisis y virus, abundan en nuestras oraciones a la hora de expresarnos. Lo que más sorprende, es que hablamos de crisis en la economía, crisis en la salud, crisis en la Educación, crisis en la juventud, entre otras tantas…
¿Se han dado cuenta que de igual manera la desigualdad, pobreza y la inequidad ya existían? Esta crisis solo intensificó una situación latente en distintos sectores, pero a ojos de muchos, invisible. Porque ahora, quizás lo poco importante ha cobrado vida y estamos intentando dar un trato digno o al menos voltear la mirada hacia esos sectores a los que poco o nada de atención se prestaba.
Uno de los sectores de la población que se ha visto golpeada por la “crisis” tanto en todos los tiempos, es la que la Ley Colombiana define como “juventud” y la ubica entre los 14 y los 28 años de edad.
Para el año 2019 (según el DANE), el desempleo en población joven era del 19,5% a nivel nacional. Hoy, la misma entidad refiere un 20,5%. La “crisis” nos hizo aumentar un punto porcentual. En toda Colombia y en ciudades como Ibagué, desafortunadamente la cifra pocas veces ha tendido a disminuir, es decir, que el cuestionamiento sería: ¿Esto se debe a la crisis por el virus o son las condiciones permanentes de nuestro país?
Según la Organización Internacional del Trabajo – OIT, una quinta parte de los jóvenes de Latinoamérica y el Caribe son “ninis” es decir, que es población que se encuentra en una situación bajo la cual ni adquieren experiencia profesional, ni reciben ingresos por parte de un trabajo, ni estudian, ni mejoran sus competencias. Según esta misma organización, el 23,95% de los jóvenes de nuestro país son ninis para el año 2019.
Si un porcentaje tan alto de jóvenes no se dedica a realizar actividades productivas en su quehacer diario, ¿Qué será de nuestro país?. La falta de ocupación por parte de los jóvenes afecta no solo a la persona en si misma, sino además al desarrollo de nuestras regiones, en el entendido que incluso la falta de experiencia profesional o laboral afectará a los futuros adultos.
Sumado a lo anterior, debido a la corta edad, las condiciones laborales están bajo mayor desprotección, la informalidad abunda y difícilmente son contratados producto de su poca experiencia. Indica el DANE que en Colombia el 52,7% de los jóvenes son obreros o empleados particulares y un 32% trabajan por cuenta propia, pues la situación apremia y en algo habrá que ocuparse, porque, así como lo leí en alguna red social “¿mata más la pandemia o el hambre?”.
Por otro lado, los sectores de la economía que más se han visto afectados por estos días, son aquellos en los cuales los jóvenes trabajadores más se concentran como el comercio y la reparación de vehículos, pues según el DANE, el 19,2% de los que se ocupan se dedican a estas tareas y a hoy son quienes más despidos presentan, especialmente en el área comercial.
A pesar de los pocos esfuerzos realizados por el Gobierno Nacional, tal como lo plantea la Directiva Presidencial número 1 de 2020 sobre “vinculación y contratación de jóvenes entre 18 y 28 años”, en la que el presidente Iván Duque insta a la rama ejecutiva del poder público a propender por la vinculación tanto en carrera como por contrato de prestación de servicios a jóvenes entre los 18 y 28 años en cargos que no requieran acreditar una alta experiencia, las cifras no dejan de ser alarmantes, los porcentajes altos en desempleo no dejan de ser el susto de cada día entre los colombianos.
Por eso pregunto: ¿jóvenes, podremos seguir soñando? A mis 27 años de edad, respondo que la esperanza será lo último que podremos perder, porque construir un mejor futuro y un país decente sin corrupción y con las mejores condiciones, está en nuestras manos, nosotros no somos el futuro, somos el presente. ¡Que viva la juventud!