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Ansiedad social: un trastorno más común de lo que se cree

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Sentir temor ante situaciones sociales cotidianas puede ser más normal de lo que se piensa. La psicóloga Tatiana Salcedo sugiere algunas estrategias para mitigar su impacto en la vida diaria.

Se estima que entre el 7 % y el 12 % de la población mundial puede experimentar ansiedad social en algún momento de su vida. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), se trata de uno de los trastornos de ansiedad más comunes a nivel global.

La prevalencia de este trastorno varía según la región y es más frecuente en mujeres que en hombres. Sin embargo, los hombres suelen buscar tratamiento en menor medida. En la mayoría de los casos, los síntomas aparecen durante la infancia o adolescencia, aunque también pueden manifestarse en la adultez.

La ansiedad social se caracteriza por un temor intenso a ser juzgado o evaluado negativamente en situaciones sociales. Entre sus síntomas más comunes se encuentran el miedo a hablar en público o en grupo, la evitación de reuniones sociales, y reacciones físicas como sudoración, palpitaciones o temblores. Además, quienes la padecen suelen tener pensamientos negativos sobre sí mismos y sobre sus interacciones con otras personas.

Este trastorno puede estar relacionado con diversos factores:
• Genéticos, como antecedentes familiares de trastornos de ansiedad.
• Ambientales, incluyendo experiencias de rechazo, acoso escolar o situaciones traumáticas en la infancia.
• Psicológicos, como baja autoestima, perfeccionismo o patrones de pensamiento negativos.

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La ansiedad social puede afectar distintos aspectos de la vida diaria. Dificulta la creación de vínculos personales, complica el desarrollo de relaciones afectivas y puede convertirse en un obstáculo en el entorno laboral, especialmente al momento de participar en reuniones o hacer presentaciones. En algunos casos, este trastorno puede derivarse en aislamiento y depresión.

Frente a este panorama, la doctora propone una serie de estrategias que pueden ayudar a enfrentar este trastorno:
• Terapia Cognitivo-Conductual (TCC): útil para identificar y modificar pensamientos negativos y conductas evitativas.
• Técnicas de relajación: ejercicios de respiración, mindfulness y meditación.
Exposición gradual: enfrentar poco a poco las situaciones temidas para reducir el impacto del miedo.
Entrenamiento en habilidades sociales: práctica en conversaciones y escucha activa en entornos seguros.
• Acompañamiento profesional: acudir a psicólogos o terapeutas especializados.

Finalmente, se recomienda iniciar un proceso terapéutico con acompañamiento profesional para identificar las causas de fondo y trabajar de forma personalizada en el manejo de los síntomas. La atención oportuna puede mejorar significativamente la calidad de vida de quienes enfrentan este trastorno.

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