Opinión

Para mi negrita: La generación de las tres

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Por: Diana María Castillo

Empiezo mi columna agradeciendo: por la vida, por la de mi familia y porque este año tan sumamente difícil para todos, termina con las personas que amo.

Desde que empecé mi carrera profesional, mi mayor oficio era leer columnas de opinión, donde los exponentes y protagonistas son la política actual y los acontecimientos más relevantes. Siempre quise leer una que hablara de la familia, del amor propio, de la construcción como ser y de la vida. Este año quizás a muchos nos enseño a crecer, a valorar la vida, a ver el mundo con otros ojos, a respetar los animales y el espacio del otro, a caminar solo de la mano de tu pareja y a jamás volver a saludar de abrazo a nadie. Ese distanciamiento nos ha hecho añorar, esperar esos cafés con tu mejor amiga en el centro comercial, las reuniones familiares a las que tanto le sacabas el cuerpo, ahora las deseas con el corazón y una pantalla se convirtió en tu salón de clases o tu escritorio.

Para quienes hemos sido diagnosticadas con “síndrome de Asía”, nuestros médicos nos enfatizan que debemos cuidarnos mucho más, somos pacientes “inmunosuprimidos” y contagiarnos de ese virus, nos podría matar. Siempre odie los tumultos, ir a un concierto y que me estropearan, prefería mi casa, mi sala, y no un sitio para salir a tomar café; mi enfermedad me robaba las fuerzas. Sin embargo, todo cambio cuando nos vimos obligados a salir con una máscara y a no poder ser como somos. Este año para todos fue doloroso, de estrés emocional y mental, de la quiebra para miles de empresas y también de interiorizacion y reflexión, algo cambio para todos, indudablemente.

A mi compañera: Mi Amparito

Mi madre es una mujer dulce, pero de coraza fuerte; desde los 13 años empezó a trabajar para ayudar a sus hermanos, jamás dejó de estudiar y salir adelante. Mi abuela fue una mujer luchadora, que asumió las riendas de sus casa, hermanas y hermanos cuando murió su padre. No daban abasto en casa y mi mamá decidió ayudar a su familia. Inició en un centro de salud, trabajando como enfermera con médicos, siempre se destacó por su gran servicio a la comunidad y amor por la gente, pero nunca dejo soñar. Mi madre quería ser médico o abogada, ninguna las pudo lograr por circunstancias ajenas a ella, finalmente estudió otras dos carreras de las que se enamoró y se siente orgullosa; ella siempre fue la mejor en todo lo que hacía. Mi madre es una mujer valiente, resiliente y alegre, ha tenido que librar tantas batallas que ya es toda una guerrera nivel experta, y con amor y constancia, hizo de mí la mujer que soy.  A veces, ella se ha sentido agobiada y cansada por momentos, lucha con temas de salud que la dejan sin fuerza, pero nunca deja de ser quien es, esa mujer activa y entregada a su familia.

Trabajo en el sector público y privado, con más de 40 años de una carrera brillante y reconocimiento por parte de los empresarios en Ibagué, se caracterizó por ser una mujer líder que aportó desde todos los sectores a construir cuidad, igual que mi abuela desde la política cuando fue concejala y diputada de la ciudad. Gracias a “Merceditas”, mi abuela materna, muchas personas en la calle le agradecen a mi mamá por una casita que ella les ayudo a tramitar, cuando era presidenta de “Ejidos” y miles de familias gracias a eso, se beneficiaron con un hogar.

Ver tanto que hicieron ellas dos y ver a mi hija tan sobresaliente, solo me da fuerzas para poder ser alguien útil en la sociedad y ayudar a cambiar vidas a otras mujeres a través de mi testimonio por mi enfermedad.

Al amor de mi vida

Gracias Mami por ser quien eres, por ser la mejor en todo, por apoyarme y darme tu mano en medio de mis tormentas, de mis luchas y mis desaciertos, por amarme y tolerarme y darme ese amor único e incondicional, por permanecer a mi lado pese a todo y darme ese consejo y esa paz que tanto necesito; por estar para Majo y para mi, cuando muchas veces no estabas ni para ti, y por seguir adelante pese a tus quebrantos de salud que estoy segura que de la mano de Dios y tú resistencia, lograrás librarla; Dios es bueno, siempre bueno, solo no te rindas, no te quiebres, no dejes de luchar, porque te necesitamos y sin ti, nada tiene sentido.

Este escrito va dedicado a todas esas madres que como la mía, no les tocó fácil y qué día a día sacan adelante a sus hijos; a esas abuelas que nos ayudan a cuidar y educar nuestros hijos y a aquellas que ya perdieron la batalla por esta pandemia o por otras circunstancias, que lo dieron todo por sus seres queridos ¡Te Amo mami, doy gracias por tu vida, feliz cumpleaños!

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