Opinión
OLVIDO INSTANTÁNEO
Alguna vez escuché que le mencionaron, quizás en una clase durante la secundaria, en una vaga conversación familiar, en la universidad… o tal vez simplemente nunca antes había estado en mi radar, no lo sé. Lo cierto es que, sin saber muy bien de qué se trataba, hace unos cuantos días escuché su nombre en los noticieros.
Su nombre es Tasajera, un corregimiento del municipio Puebloviejo, ubicado a 38 kilómetros de la capital del departamento del Magdalena. Sus habitantes tienen como principal actividad económica la pesca, misma que durante los últimos años se ha visto fuertemente afectada por la contaminación de la Ciénaga Grande de Santa Marta.
Además de la pesca, los 33.000 habitantes de Puebloviejo sobreviven de la informalidad, y por crudo que suene, de la ilegalidad. Los niveles de pobreza y precariedad son inimaginables: no hay agua potable, ni sistema de alcantarillado, no hay empleo, educación ni oportunidades; no hay vida, sino supervivencia. Y cómo es obvio, un pueblo con tales características sólo podría ponerse en el mapa por ser el epicentro de alguna tragedia.
Esta tuvo lugar el pasado lunes 6 de julio de 2020, cuando un camión cisterna se volcó en la vía. De inmediato un centenar de personas del corregimiento, llegaron al lugar para saquear el vehículo y obtener un poco de gasolina, que seguramente venderían con posterioridad. Sin embargo, el resultado fue fatal y a los pocos minutos de que el camión se volcara, explotó dejando heridas 42 personas, y llevándose consigo la vida de otras 20.
Tras conocerse los hechos, llovieron comentarios de todo tipo; los más recurrentes alcanzaban un calibre de indolencia que todavía me cuesta asimilar. Algunos escribían en redes sociales: “Nada justifica el hurto”, “Este es el resultado de su pobreza mental”; otros rayaron en el burdo regionalismo y expresaron que, “tenían que ser costeños para hacer eso” e incluso, unos más barbaros, con vehemencia señalaron “se lo merecían, es el Karma”.
Aunque estos son juicios subjetivos, no dejan de poner en evidencia lo inhumanos que podemos llegar a ser; incapaces de dimensionar que, en zonas como Puebloviejo, donde el olvido estatal reina, el hurto de gasolina de un camión cisterna volcado puede representar para quien lo ejecuta, la posibilidad de llevar comida ese día a su familia.
Con seguridad muchos pensarán que también han tenido necesidades, y no por ello han salido a hurtar o a causar daño en bien ajeno. Pero no podemos desconocer la abismal diferencia de los contextos; y no es que esté justificando la delincuencia, pero jamás tendré el grosero atrevimiento de señalar desde mis privilegios a quienes, con las uñas, intentan mantenerse con vida.
Esta desgarradora -e increíblemente- controversial historia, tuvo vigencia los dos primeros días. Muchos la siguieron, lo lamentaron; otros de forma atrevida vanagloriaron su inexistente intelecto a costa de la vida y el intenso sufrimiento que puede padecer alguien que se quema hasta morir.
Cinco días después, Tasajera nuevamente ha quedado en el olvido. Los pocos que la recordarán, quizás la guarden en su memoria como el territorio donde una explosión mató a 20 ladrones; pero otros tantos recordaremos siempre que, aunque las llamas consumieron sus cuerpos, fue la pobreza, la desidia y el olvido estatal lo que realmente los mató.