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Opinión

Narrativa de crímenes: En las esquinas de la realidad

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Por: Gustavo Campo Menco

Segunda parte de una serie de reflexiones frente a la idea de que la realidad tiene una condición extraña, algo que podría llamarse rareza de la realidad.

En la edición anterior de Pasajeros en la vía, abrimos el hilo temático de esta serie sobre la narrativa de crímenes y la capacidad que esta tiene para viajar hacia las esquinas de la realidad. En un principio existe el hecho, el suceso que la prensa convierte en historia a través del lenguaje noticioso y con interpretación que dan los lectores. Luego interviene la narrativa de crímenes, que tiene la virtud de reconstruir eso que llamamos realidad.

Aquí entra la teoría del iceberg para recordarnos que lo que sobresale en la superficie del agua, es la octava parte de lo que está en el fondo. Esta teoría es apenas una forma de recordar que la literatura es apenas una forma de narrar lo que esconde el fondo, que se alimenta con los reportes policiales de los que también se nutre la prensa para convertir esas puntas de iceberg en noticias.

Fotografía: Gustavo Campo. Archivo particular.

Con esta segunda parte, la reflexión frente a la idea de que la realidad tiene una condición extraña, algo que podría llamarse rareza de la realidad, el tema se abre en un aspecto que sigue interesando de la narrativa de crímenes y en especial de la novela policíaca, y es esa capacidad que la narrativa tiene, de viajar a través de las esquinas de la realidad. Ese es el aspecto raro, extraño. Porque no va a los hechos centrales, ya que eso sería ir a lo más obvio. Por eso una de las cosas más atractivas de la novela policiaca es esa cualidad de dar la vuelta a los sucesos.

Por todo lo anterior, en esta segunda parte del tema, la posibilidad de pescar sucesos en las periferias de un país que ronda el absurdo a niveles enloquecidos, continua su búsqueda el cajón del anecdotario, donde hay historias que nos resultarían delirantes.

Está la de la cárcel La Esperanza, de Guaduas, en Cundinamarca. El 5 de julio de 2017, Noticias RCN presenta un informe titulado: “La cárcel de Guaduas, Cundinamarca, es la más corrupta del país, según la Fiscalía”. El fragmento de la noticia se encuentra en web y desde allí es posible reproducirlo y conocer los hechos. Puede acceder a la noticia aquí: https://noticias.canalrcn.com/videos/carcel-guaduas-cundinamarca-mas-corrupta-del-pais-segun-fiscalia

En el informe, la Fiscalía revela que la cárcel del municipio de Guaduas, en el departamento de Cundinamarca, es la más corrupta de Colombia. Allí organizaron un negocio criminal, donde funcionarios del sistema penitenciario (INPEC), el director de la cárcel, jueces, abogados, psicólogos y demás empleados, tramitaban beneficios y libertades a condenados. También detallan algunos precios:

“Por el servicio de casa por cárcel, llegaban a cobrar quinientos millones de pesos. Por el retiro del dispositivo de seguridad, o brazalete electrónico: un millón quinientos mil pesos. El cambio de patio dentro de la misma cárcel podría costar cuatrocientos mil pesos. Y se cobraban incluso doscientos mil pesos por tener un día de libertad condicional.”

En la noticia presentan fragmentos de la audiencia en donde la fiscal encargada del caso detalla una lista de precios que especifica los beneficios que ofrecían: “Si quiere salir cada mes, se puede cuadrar por un millón de pesos. Traslados de patios: cuatrocientos mil pesos.” El reportero complementa la información, donde “la Fiscalía aseguró que varios juzgados radicados en Guaduas eran los únicos en el país en conceder beneficios a personas sentenciadas”. Y cierra el segmento con otro aparte de la audiencia donde la fiscal encargada se refiere las acciones de uno de los imputados: “Posiblemente recibió lo prometido para omitir y/o ejecutar actos contrarios a sus deberes como director de la cárcel La Esperanza, de Guaduas.” Y para finalizar la noticia, el reportero precisa que, “en la audiencia, la Fiscalía aseguró que estas diez personas estaban presuntamente al servicio de la delincuencia y pidió la cárcel.”

Esa misma semana, el domingo 9 de julio de 2017, el diario El Tiempo publicó en su edición web un análisis en la sección de Justicia, titulado: “Plaga de la corrupción, infiltrada en los órganos que deben combatirla”. El documento presenta un informe detallado de casos y procesos que alcanzan el nivel del escándalo con la captura de 21 funcionarios judiciales del estado, entre jueces, fiscales, agentes del CTI, miembros del INPEC y abogados, responsables en un caso de corrupción organizada en instituciones cuya misión es, precisamente, combatir la corrupción. Para acceder al análisis ingrese aquí: https://www.eltiempo.com/justicia/investigacion/organos-que-combaten-la-corrupcion-estan-infiltrados-por-corruptos-analisis-107048

El 28 de agosto de 2017, más de un mes y medio después de las revelaciones del caso, el diario El Tiempo publica un reporte titulado: “Por corrupción, están presos 42 funcionarios del Inpec”. En el reporte, el director del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (INPEC), general Jorge Luis Ramírez, aseguró que los resultados de una investigación que adelantan en conjunto con la Fiscalía General, iniciaron con las capturas de guardias en la cárcel de Guaduas, y que hay más procesos en otras cárceles. Puede acceder al reporte aquí: https://www.eltiempo.com/justicia/delitos/entrevista-al-director-del-inpec-sobre-corrupcion-en-las-carceles-124302

El general Jorge Luis Ramírez también relató detalles de algunas modalidades en que a las cárceles ingresan elementos prohibidos, como drogas y teléfonos celulares, atados en el dorso de palomas mensajeras, o casos donde se ha permitido ingreso de licor y dinero, o recibido concepto clínico para permanencia en un hospital. Todos los casos han sido investigados y El Gaula ha afirmado que, en algunos, los guardianes y personal adjunto como médicos y jueces, han tenido responsabilidad.

Lo anterior tiene vericuetos tan retorcidos que podría ser un capítulo de la serie documental “Inside the world’s – Toughest prisons” (Dentro de las cárceles más duras del mundo), de la cadena Netflix, donde el periodista Raphael Rowe visita cárceles al rededor del mundo y en los recorridos muestra cómo es la vida, tanto de reclusos como de guardianes, y que en febrero de 2021, ocurrió un suceso que tocó directamente a la serie, ya que en julio del 2020, inició la cuarta temporada con una experiencia en la Penitenciaría Nacional de Tacumbú, en Paraguay, donde Raphael Rowe, luego de mostrar las condiciones en que esa cárcel se encuentra, expresó: “Tal vez lo mejor para Tacumbú es que se destruya por completo.” Hasta que, en febrero de 2021, estalló motín que dejó entre sus víctimas a 7 muertos. Puede acceder a la noticia aquí: https://www.lanacion.com.py/estilodevida/2021/02/19/tacumbu-en-netflix-raphael-rowe-afirma-que-volveria-a-ingresar/

Un año atrás, el guión indicaba que solo había 35 custodios para 4 mil presos. 15 días antes de atravesar la puerta hacia el interior, hubo un motín por una disputa de pandillas que dejó 2 muertos, y la estadística reportaba una muerte cada dos semanas.

El capítulo muestra lo que en Tacumbú llaman “El tinglado”. Es un recinto donde Rowe describe que: “hombres desnutridos y desesperados”, hacinados, duermen en el suelo, consumen crack y enseñan sus cuchillos, sin que las autoridades intervengan. Allí mismo, los internos reciben la basura de la cárcel, donde escarban restos de comida. “Nunca había visto algo así en ninguna prisión del mundo”, expresa Rowe ante este hecho. Luego es asignado a la cocina, y desde allí relata otra faceta. La cárcel maneja una economía interna, operada por reclusos; hay lavandería, restaurante con menús a la carta, barbería, reparación de computadores y móviles, mesas de billar, tatuadores, y un pabellón exclusivo donde ocupar un cuarto, puede costar entre 500 y 650 dólares.

Pero si regresamos a lo que sucede en la cárcel La Esperanza, de Guaduas, en Colombia y en muchas otras cárceles del sistema penitenciario colombiano, se podría abrir otra temporada completa de la serie documental “Inside the world’s – Toughest prisons”.

Y en esta búsqueda de historias que rondan el absurdo, aparecen más sucesos, recopilados en lo que va de noviembre del 2021 en Tolima. Dice el reporte policial:

Miércoles, 10 de noviembre. “Cajamarca-Tolima. La Policía Nacional gracias a las actividades de registro y control que se realizan de manera permanente, logró la captura en flagrancia de un hombre de 23 años, en el barrio Centro del municipio de Cajamarca y la incautación de 20.100 dosis, de base de coca, avaluadas en 100 millones de pesos, aproximadamente.

Foto: Archivo de la Policía Metropolitana de Ibagué.

Se estableció que este individuo llevaba en un costal el estupefaciente, camuflado dentro de lo que aparentaban ser yucas, junto con limones y plátanos para evitar su detección por parte de las autoridades. Sin embargo, la pericia de los uniformados dio como resultado la incautación de la sustancia, además de dos celulares y 264 mil pesos en efectivo.”

Otra del paquete de reportes:

Lunes, 15 de noviembre. “Ibagué-Tolima. En la carrera 4b con calle 30, del barrio La Francia, fue capturado en flagrancia un individuo de 21 años de nacionalidad extranjera, gracias a las voces de auxilio de una ciudadana que manejaba un vehículo de transporte publico tipo taxi, la cual manifestó que su pasajero la había amenazado con un arma de fuego y obligado a recorrer las calles de Ibagué por alrededor de dos horas. Por lo anterior nuestros uniformados le realizan un registro hallándole un arma de juguete, con la que al parecer este individuo intimidó a su víctima.”

Y una más para el anecdotario:

Viernes, 20 de noviembre. “Ibagué-Tolima. La Policía Nacional en coordinación con la Fiscalía General de la Nación, llevo a cabo la operación ‘Los Chukis’, logrando la captura en los barrios Belén y San Diego, por orden judicial de 2 individuos de 23 y 28 años de edad conocidos como ‘Maicol’ y ‘Chuki’, por el delito de Hurto calificado y agravado, además de la incautación de un arma cortopunzante.

Por medio de labores investigativas realizadas por la Seccional de Investigación Criminal se estableció que estos individuos presuntamente citaban a sus víctimas con la excusa de comprar elementos como armas traumáticas y electrodomésticos que posteriormente eran hurtados mediante la modalidad de intimidación con arma cortopunzante, principalmente en las comunas 1 y 2 de Ibagué.”

Hasta aquí los reportes. Y son solo algunos, que reflejan una situación latente en la línea del absurdo. En la historia de la yuca narcótica contrasta la crisis que hace un año informaron diferentes medios colombianos, cuando cientos de productores de papas de Boyacá, se ubicaban a diario en la carretera entre Bogotá y Tunja, para vender papas al precio más bajo que pudieran, y hasta regalarla por kilos, porque ya no encontraban quien les comprara.

En el caso de intento de atraco con arma de juguete, la historia presenta un punto de quiebre que recuerda a la canción “Adán García”, de Rubén Blades, del disco Amor y Control, de 1992. La letra tiene una relación directa con los reportes policiales y la crónica judicial. En el más puro lenguaje de crónica, narra el último día en la vida de una persona: Adán García, quien sobrevive en medio de dificultades. Adán decide asaltar un banco. La cajera comenta en el parte policial que él la amenazó con un arma y le pidió el dinero, y que ella se lo entregó, porque por la clase de salario que a ella le pagan, no arriesgaría su vida. Adán sale del banco y una patrulla le hace el alto, pero él siguió gritando y sonriendo como un demente. Al día siguiente Adán apareció en los periódicos, muerto y en calzoncillos, con un titular que la viuda de Adán leyó: «Ladrón usaba el revolver de agua de su chiquillo».

Y la de la operación “Los Chukis”, los capturados atracaban sistemáticamente. Robaban armas. Causa alarma que, en septiembre, hace apenas dos meses, los medios nacionales reportaron que tres ministerios Defensa, Interior y Justicia, trabajan para elevar al Congreso un proyecto de ley que combata, desde otro flanco, la delincuencia creciente en Colombia. Uno de los ejes consiste en penalizar con cárcel el porte de armas blancas y traumáticas. Así como la creación de una sanción de 6 años en prisión, para quien amenace a otra persona con un arma, sin importar su letalidad.

Parece cosa de estar atentos, para afrontar más consecuencias de un armamentismo civil desatado.

Periodista del ámbito político administrativo y regional, con experiencia en diferentes medios de comunicación, director de Enfoque TeVe.

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