Opinión
La sombra de la manipulación en Fenalco
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Por: Adriana Áviles
El progreso de una región no depende solo de sus recursos o ubicación geográfica, sino de la capacidad de sus líderes para tomar decisiones estratégicas en beneficio del colectivo. Sin embargo, cuando el interés general se ve desplazado por la politiquería, el amiguismo y la mezquindad, las oportunidades de crecimiento se esfuman, dejando a los comerciantes en una lucha constante contra un sistema que parece estar diseñado para favorecer a unos pocos en detrimento de muchos.
La transparencia y la meritocracia deberían ser principios inquebrantables en la elección de líderes que representen una entidad gremial. Sin embargo, el proceso de selección del director de Fenalco en el año 2022 dejó un sabor amargo entre algunos comerciantes, quienes vieron cómo los intereses particulares pesaron más que las capacidades y la idoneidad de los aspirantes.
El nombramiento de Cristian Gutiérrez, tras una convocatoria que atrajo a más de 70 aspirantes y que incluyó pruebas técnicas para elegir al mejor perfil, estuvo marcado por la intervención de Efraín Valencia. Desde el inicio Valencia tenía un candidato predilecto y no dudó en maniobrar para inclinar la balanza a su favor. Su estrategia incluyó desacreditar a los otros perfiles que llegaron a la terna e influenciar a los miembros de la junta con información sesgada.
La renuncia de Gutiérrez, apenas dos años después de su nombramiento como director ejecutivo y sin resultados significativos, evidencia que su elección no se basó en criterios de liderazgo ni en la capacidad para fortalecer el tejido empresarial. Fue, en cambio, el resultado de un proceso viciado que priorizó la conveniencia de unos pocos por encima del bienestar de muchos.
Lo ocurrido en Fenalco no es un caso aislado. En distintas organizaciones gremiales y empresariales se repiten episodios donde las decisiones no responden a los intereses colectivos sino a arreglos entre quienes ostentan el poder. Esto no solo mina la confianza en las instituciones, sino que también frena el crecimiento económico y el desarrollo de los sectores productivos.
Los comerciantes merecen líderes que realmente trabajen por ellos, no figuras impuestas por intereses particulares. La lección que deja este episodio es clara: si no se exige transparencia en estos procesos, seguirán primando las influencias en lugar del talento y la visión estratégica.
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Lo más preocupante de este caso no es solo la manipulación del proceso, sino las graves consecuencias que este tipo de prácticas generan en el ecosistema empresarial. Las organizaciones gremiales como Fenalco tienen la responsabilidad de representar y defender los intereses de los comerciantes, actores clave en la economía regional. Cuando estas instituciones caen en el juego de las influencias políticas y los favoritismos, quienes pagan las consecuencias son precisamente los comerciantes que dependen de un liderazgo fuerte y estratégico para enfrentar los retos del mercado.
La pregunta que debemos hacernos es: ¿hasta cuándo permitiremos que los gremios sean dirigidos por personas impuestas bajo la sombra de influencias y no por aquellos que realmente tienen el conocimiento y la capacidad de liderazgo? Los comerciantes merecen transparencia, compromiso y resultados. Es hora de exigir que los procesos de elección en estas instituciones sean realmente justos y respondan a los intereses del sector, no a la conveniencia de unos pocos, como se ha demostrado con la intervención de Efraín Valencia Andrade quien ha sido el eterno presidente de la Junta Directiva de Fenalco, además ser es el presidente de los Gremios Económicos del Tolima y gerente general en la estación centro comercial.
Hoy, la entidad gremial, vuelve a elegir un nuevo director ejecutivo, un desgaste no solo económico para la entidad, si no además para lo junta directiva y para quienes se postularon al cargo.
Si no se pone un alto a estas prácticas, la historia se repetirá una y otra vez, dejando en el camino oportunidades perdidas a un gremio cada vez más desprotegido.
Esta dinámica no solo afecta a los grandes comerciantes, sino también a los pequeños, quienes son la base de la economía local. Son ellos los que más necesitan apoyo de los gremios y quienes más sufren cuando las instituciones que deberían representarlos caen en manos de personas que solo buscan mantener su cuota de poder. En un entorno donde el acceso a oportunidades depende de contactos y favores políticos, la innovación, la inversión y el crecimiento se ven ahogados, impidiendo que la ciudad avance hacia un desarrollo económico sostenible.
Es urgente que se rompa este ciclo de mediocridad disfrazada de liderazgo. Se necesita una transformación profunda en la forma en que se eligen los representantes de los gremios y se toman las decisiones que afectan a los sectores productivos. No basta con discursos sobre apoyo al comercio; se requieren acciones concretas que garanticen que los liderazgos sean ocupados por personas con verdadera capacidad de gestión y visión de futuro.