sábado, 27 de septiembre de 2025 18:36

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Opinión

La Inteligencia Artificial en el Aula

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Por: José Julián Ñáñez Rodríguez – director del Doctorado en Ciencias de la Educación de la UT y Alejandra Barrios Rivera – magíster en Educación.

Mientras más de 100 millones de usuarios en el mundo adoptaron ChatGPT en sus primeros meses de existencia (Statista, 2023), la educación colombiana intenta insertarse en esta nueva era con políticas como el CONPES 4144. El contraste es evidente: la velocidad tecnológica parece superar la capacidad de reflexión pedagógica. El reto no consiste en competir con la inteligencia artificial, sino en aprender a convivir críticamente con ella, evitando que el vértigo de la innovación desplace la esencia de la formación.

En este contexto, cabe preguntarse: ¿qué constituye procesos de enseñanza y aprendizaje genuino en la era digital? ¿Estamos formando estudiantes capaces de dialogar críticamente con la información, o únicamente de consumir respuestas generadas en segundos? Estas preguntas no son accesorias: definen el lugar que ocupará la educación en un tiempo marcado por algoritmos que, aunque eficientes, no saben lo que significa pensar ni sentir.

La IA ofrece ventajas innegables: personalización de contenidos, análisis de grandes volúmenes de datos y ampliación de accesos al conocimiento. Pero esas mismas ventajas conllevan riesgos: homogeneización del pensamiento, dependencia de sistemas opacos y debilitamiento del esfuerzo intelectual. Conviene recordar, además, que hablar de inteligencia artificial no es hablar de una ruptura absoluta, sino de un eslabón más en la historia de las tecnologías: desde la imprenta hasta internet, cada recurso ha buscado agilizar los procesos de análisis, producción de conocimiento y también abrir escenarios de recreación. Investigaciones recientes lo advierten: Hooshyar et al. (2025) identifican la opacidad algorítmica como una amenaza para el aprendizaje significativo; Ayyoub et al. (2025) subrayan que, sin alfabetización crítica, docentes y estudiantes corren el riesgo de delegar su propia agencia cognitiva a la máquina; y Chaudhry et al. (2023) muestran cómo el uso indiscriminado de sistemas generativos fomenta el “desplazamiento” del pensamiento autónomo.

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En Colombia, además, se suman los retos estructurales: brechas de conectividad, desigualdad de acceso y limitaciones en la formación docente para integrar pedagógicamente la IA. Como recuerda la UNESCO (2023), no basta con introducir tecnologías; se requiere un marco ético y político que garantice equidad y sentido humanista en su implementación.

La cuestión no es qué tanto puede generar la inteligencia artificial, sino qué tipo de humanidad queremos formar con ella (Nussbaum, 2010). La educación no puede reducirse a la eficiencia técnica; debe seguir cultivando la capacidad de reflexionar, de sentir empatía y de deliberar colectivamente sobre lo común.

Es aquí donde sostenemos que el desafío es claro: la IA no debe socavar el acto de pensar, sino impulsarnos a pensar mejor. No se trata de temerle ni de rendirle culto, sino de domesticarla pedagógicamente para que no suplante la voz humana, sino que la expanda para formar ciudadanos críticos, sensibles y capaces de imaginar futuros más justos.

Referencias

Ayyoub, A., Al-Barakat, A., Abu-Al-Aish, A., & Alsmadi, I. (2025). AI literacy for students and teachers: Challenges and opportunities. Frontiers in Education, 10, 1682901. https://doi.org/10.3389/feduc.2025.1682901

Chaudhry, A., Zhang, Z., & Wong, L. (2023). Cognitive offloading and the use of generative AI in learning contexts. Journal of Educational Technology Research, 41(2), 115–134.

Hooshyar, D., et al. (2025). Nine challenges in AI in education research: A systematic review. arXiv preprint arXiv:2504.16148.

Nussbaum, M. (2010). Sin fines de lucro: Por qué la democracia necesita de las humanidades. Katz Editores.

Statista. (2023). ChatGPT user growth worldwide. https://www.statista.com

UNESCO. (2023). Guidance for generative AI in education and research. París: UNESCO.