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Evaluación docente en Colombia: Evolución, desafíos y perspectivas

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Por: Julián Ñañez Rodríguez 

El sistema educativo colombiano ha experimentado una transformación significativa en su enfoque hacia la evaluación docente desde la implementación del decreto 1278 de 2002. Este cambio marcó una diferencia sustancial respecto al anterior decreto 2277 de 1979, introduciendo una serie de evaluaciones que incluyen la prueba de ingreso, la evaluación de período de prueba, la evaluación anual de desempeño y la prueba pedagógica de ascenso y reubicación. Las cuales se presentan como herramientas para garantizar la idoneidad y el desarrollo profesional de los educadores. Sin embargo, un análisis más profundo revela una realidad compleja.

Es fundamental reconocer que la evaluación, como principio, no es inherentemente negativa. La retroalimentación y la autorreflexión son elementos cruciales para el crecimiento profesional. No obstante, La evolución de estas evaluaciones refleja tensiones. El concurso de ascenso y reubicación, por ejemplo, Inicialmente se realizaban de manera escrita, centrándose en aspectos teóricos. Posteriormente, se introdujeron formatos como presentaciones y videos, buscando capturar de manera más integral las competencias docentes. Sin embargo, el próximo 25 de agosto, más de 100,000 docentes volverán a enfrentar una prueba escrita, esta vez, se espera que sea centrada en aspectos pedagógicos y casos concretos de la labor docente. Este vaivén sugiere una continua búsqueda del método ideal, pero también revela las dificultades para evaluar de manera justa y comprehensiva la compleja labor docente.

Este concurso, además, se presenta como una oportunidad para que los docentes mejoren sus condiciones laborales y salariales. Sin embargo, investigaciones como las de Bautista (2009) y Rodríguez (2015) han demostrado que estos procesos pueden tener efectos contraproducentes. La presión por «ascender» puede llevar a una competencia poco saludable, socavando la colaboración que es tan esencial en los entornos educativos. Además, la naturaleza estandarizada de estas evaluaciones a menudo falla en capturar las complejidades y particularidades de los diversos contextos educativos en Colombia.

Un aspecto particularmente preocupante es cómo estas evaluaciones pueden exacerbar las desigualdades existentes. Los docentes en zonas rurales o de Post conflicto, por ejemplo, enfrentan desafíos únicos que no son adecuadamente considerados en estos procesos evaluativos. Además, el acceso desigual a herramientas de preparación y los factores económicos juegan un papel crucial. Docentes con mayores recursos pueden acceder a cursos, materiales de estudio actualizados y tecnología necesaria para una preparación efectiva, mientras que aquellos en situaciones menos favorables carecen de estas ventajas, amplificando aún más las brechas existentes en el sistema educativo.

Ante este panorama, es crucial repensar nuestro enfoque de evaluación docente. Necesitamos un sistema que reconozca la diversidad de contextos educativos, incorpore métodos cualitativos que capturen la complejidad de la labor docente, y se enfoque en el desarrollo profesional continuo más que en la competencia y el control. Asimismo, es fundamental proporcionar apoyo y recursos equitativos para todos los docentes, independientemente de su ubicación o contexto.

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Mientras nos acercamos a la próxima ronda de evaluaciones, es imperativo mantener un diálogo crítico sobre estos procesos, reconociendo tanto sus potenciales beneficios como sus limitaciones y riesgos. Solo a través de una reflexión profunda y una reforma significativa podremos desarrollar un sistema de evaluación que verdaderamente apoye y empodere a nuestros educadores.

En este contexto, extendemos nuestros mejores deseos a los más de 100,000 docentes que presentarán la prueba este 25 de agosto. Esperamos que tengan éxito en sus pretensiones, pero más importante aún, que este proceso sirva como catalizador para un debate nacional sobre cómo podemos mejorar genuinamente nuestro sistema de evaluación docente para el beneficio de toda la comunidad educativa.

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