domingo, 10 de agosto de 2025 15:56

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Opinión

El voto joven no se compra con likes: ¿está listo Camilo Romero?

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Por: Dahian García Covaleda

Desde el 3 de junio de 2025 Camilo Romero, exgobernador de Nariño y exembajador en Argentina, volvió al escenario político como precandidato presidencial con una propuesta clara: construir una candidatura progresista, inclusiva y participativa, destinada en especial a las juventudes del país.

Camilo Romero ha oficializado su aspiración presidencial para 2026 con un discurso que apunta a un electorado estratégico, los jóvenes. En un país donde las nuevas generaciones exigen más que promesas vacías, Romero se presenta como un abanderado del cambio, la participación y la transparencia. Pero, ¿es suficiente hablar su idioma para ganarse su confianza?

Desde el inicio, Romero ha construido su figura política en torno a la idea de renovación. Como gobernador, implementó políticas de educación gratuita y fomentó una administración participativa, lo que le dio reconocimiento entre sectores alternativos. Ahora, retoma ese legado con una narrativa centrada en “el nuevo ciudadano”, jóvenes informados, conectados digitalmente, críticos y deseosos de participar en la transformación del país.

Su discurso no es accidental… Romero sabe que la juventud ha sido protagonista de las últimas grandes movilizaciones sociales en Colombia. Los estudiantes, ambientalistas, animalistas y colectivos feministas no solo marchan; votan, influyen y organizan. Apostarle a ese público es estratégico.

Sin embargo, el entusiasmo de Romero choca con un obstáculo serio, su historial reciente. Aunque insiste en una campaña transparente, enfrenta investigaciones por presuntas irregularidades durante su gobernación. El llamado «caso Aguardiente Nariño», que le costó una sanción económica, mina su narrativa de pulcritud y despierta sospechas entre quienes esperan una coherencia total entre discurso y pasado.

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Aquí surge la paradoja de Camilo Romero. Su apuesta discursiva es moderna, atractiva, bien alineada con los valores de las juventudes urbanas. Promete una “revolución de lo cotidiano”, alejada de las consignas vacías y centrada en solucionar los problemas reales de la gente. Su convocatoria es amplia movimientos sociales, ambientalistas, sindicatos, animalistas, feministas. Quiere ser el punto de encuentro de todas las causas progresistas.

Pero la juventud ya no cree tan fácilmente. Las nuevas generaciones pueden emocionarse con discursos bien armados, pero son, al mismo tiempo, profundamente escépticas. Piden pruebas, coherencia, consistencia. Y no olvidan.

¿Está Romero a la altura de su propio relato? ¿Podrá transformar las buenas intenciones en una plataforma sólida, limpia y creíble? La juventud colombiana escucha, sí. Pero también evalúa, cuestiona y, sobre todo, exige.

En una Colombia donde la política tradicional está en crisis y la renovación parece una necesidad urgente, Romero representa una oportunidad. Pero también una prueba. No basta con hablarle a los jóvenes. Hay que demostrarles que no son un público de instrumentación para campañas, sino una fuerza real con poder para cambiar el rumbo del país. Y eso solo se gana con hechos, no con discursos.

Periodista del ámbito político administrativo y regional, con experiencia en diferentes medios de comunicación, director de Enfoque TeVe.