Opinión
“Efecto “PINOCHO” una realidad política ibaguereña” – “Por la boca muere el pez”
Hagamos memoria, en épocas de que nos disponíamos a elegir a nuestro administrador local, departamental y cabildantes, existían una pluralidad de “políticos” que utilizaban más palabras y oraciones negativas que los que dicen la verdad tanto en entornos guionizados como interactivos”. Por el contrario, si una respuesta es corta y va al grano, es más probable que sea sincera…A esto lo podemos ejemplarizar con dicha nota “la intolerancia, como un primer episodio de la “mentira”.
POR : JOHN ROBLEDO
El“efecto Pinocho”; como lo llamamos diferentes criticos de la politica, politologos, docentes universitarios, y más aún Psicólogos, nos hemos dado una idea de la “caricaturización política” de muchos actores que intervienen en la frase de “quiero ser su gobernante”. Y Cuando mienten, de una manera muy fácil, “añadiendo detalles innecesarios para hacer que parezca una historia más creíble”. Los políticos son maestros del engaño, los magos, como “Dynamo”; sino que simplemente, se creen sus propias mentiras. Ello provoca que sean tan convincentes en sus engaños y que en tantos casos no tengan ninguna clase de reparo moral a la hora de proporcionar información incorrecta.
“Un líder carismático es persuasivo en consonancia con sus convicciones y fe; un mentiroso cínico y cuyo único interés es él mismo es fácil de detectar y raramente puede convertirse en un líder carismático, En campaña prometían acabar con la corrupción; el clientelismo; el favoritismo; sin embargo la “mentira” se ocultó frente a los diferentes nombramientos y adeptos políticos de otras corrientes anteriores y/o alternas que buscaban el mismo “fin” llegar o seguir en el ”Poder”.
Así pues, el político exitoso no es aquel que miente mejor, sino aquel que mejor sabe engañar al electorado. Generalmente, los políticos basan sus discursos y actuaciones en promesas electorales, y expectativas que, en la mayoría de los casos, difícilmente va a poder cumplir, para eso tendrían que ganar todos los partidos las elecciones, en la práctica, eso es de toda manera posible, claro ejemplo el “barretismo impera”.
El discurso político, y en particular el electoral, ha de atenerse a las reglas de la producción ideológica. Ante todo, se presentará como una respuesta total y coherente a las demandas de los grupos sociales a quienes considera sus destinatarios.
Contradicciones internas e inseguridades han de ser eliminadas, pues se trata ante todo de ganar adeptos, seguros del acierto una vez que han elegido la opción ofrecida.
En un medio pluralista, el discurso político adquiere además una dimensión polémica frente a otras ofertas concurrentes, a las cuales es preciso anular, y también someter a un proceso de captación, similar a la lucha japonesa, donde los argumentos del otro puedan ser utilizados para reforzar los propios. Hay siempre una tentación maniquea que se adueña de los contenidos del mensaje político hasta convertirla en una guerra de palabras que acaban perdiendo todo sentido, salvo para descalificar al oponente o los oponentes de turno “MAIS”.
Es algo bien conocido en nuestro país, sobre todo en la presentación de un pensamiento conservador, ceñido a la máxima de “gobernar es resistir.” En función de la cual, todas las alternativas son desestabilizadoras. Lo que es, es, y basta. Todo análisis, por no hablar de autocrítica, resulta borrado de antemano. El discurso político consiste en un permanente y pobre monólogo.
Concluyamos ¿en que ciudad estamos?, ¿con quien estamos?, ¿y quién pilotea esta ciudad?, hay independencia política, falta de interés por las dadivas de campañas, concejales sin ubicación política, personeros independientes, contralores sin oficio, las falsedades, los engaños, la contratación de administradores amañadas anteriores, los adeptos, entre otras y muchas más “mentiras políticas del efecto PINOCHO” y una y otra más del “ojo del Huracán” Y hasta el “pique ilegal”.