Opinión
¿División Interna en el liberalismo del Tolima?
Por: Gustavo Collazos
El jaramillismo es la corriente que se impuso desde hace dos décadas en el Partido Liberal, desde entonces cualquier asomo de renovación es repelido con fiereza por los áulicos seguidores, algunas veces sin autorización de su máximo líder y otras con su bendición.
Para nadie es un secreto que Gentil Gómez Oliveros, liberal de origen proveniente del oriente de la región tolimense, fue siempre un aliado del jaramillismo en esa parte del departamento, pues es el único que le ha resistido a la aplanadora barretista, hasta ayudó a elegir a Julio Morato, un diputado liberal jaramillista proveniente de Boyacá y que vive hace 10 años en Melgar; la cosa se les puso difícil cuando vieron que Gómez Oliveros ya no iba a ser ‘relleno’ y podía ser alternativa de poder dentro del Partido Liberal, de una vez se enfilaron las barras bravas y se armó el Tocongen (todos contra Gentil), fue así como con el representante Ángel María Gaitán a la cabeza, junto con los dos diputados, derrotaron a Gentil.
Para eso no solo se usó la chequera de Olga B y José Luis Correa, también los dos hermanos Mauricio y Guillermo Alfonso ayudaron a salvar la curul de la dama del chance, que de no ser así Gentil les habría ganado; pero el cafetero del oriente resistió, tanto así que terminó salvando la curul liberal de Cámara, pues sin esos 14.000 votos no la hubieran logrado, ya que el liberalismo quedó en el último lugar, superado por el Pacto Histórico, con ese resultado tan ajustado se esperaba la grandeza del jaramillismo, para con quiénes ayudaron a mantener con creces esa curul, pero después de la contienda el equipo de Gentil solo recibió agravios, indiferencia y maniobras para desunirlos.
En varios momentos Jaramillo manifestó no estar interesado en su respaldo y se lo mandó a decir clarito con gente que comparten diálogos en común. Pero como la política es dinámica, ahora que salió Yuli Porras como tercería que amenaza el triunfo de Jaramillo, necesitan a Gentil y no está fácil la cosa, pues existe una distancia muy profunda entre los dos líderes, y para sumarle más distancia, Olga B y Julio Morato armaron sindicato para no recibirlo y además Gentil Gómez tampoco se muere por estar ahí; Jaramillo no avanza como candidato, en sus salidas en público no presenta una propuesta más allá de hablar de corrupción, de puestos y prebendas que ofrecen los barretistas, de las cuales también comen los diputados Liberales desde siempre; ahora usan la gestión de Delgado Peñón cómo referente, cuando lo señalan en privado de sepulturero del partido, eso presenta la propuesta jaramillista cómo incoherente.
Luis Carlos Delgado ha tratado de unir el partido y Gentil accedió por su intermedio a escuchar a Jaramillo, pero todo se paró, está vez no es Jaramillo sino su gente la que lo ponen a elegir entre Gentil y ellos; mientras que el equipo de Gómez Oliveros se mantiene unido, aunque ya las intrigas presumen fisuras, si Gentil va a la Asamblea cómo algunos proponen sin duda oxigena la lista como lo hizo en Cámara, pero enfrentaría una nueva guerra cuyos resultados para él serían inciertos.
Con un liberalismo así desunido y excluyente será complicado convencer a las demás fuerzas políticas para unirse con miras a ganar la Gobernación y destronar a Barreto.
Mientras Jaramillo habla del pasado, las dos mujeres Adriana Magali Matiz y Yuli Porras avanzan con imágenes frescas, ideas renovadoras y puertas abiertas, con equipos dispuestos a sumar y articular esfuerzos para lograr el triunfo el último domingo de octubre.
Definitivamente Jaramillo tiene más pasado que futuro y su espejo retrovisor es más amplio que su vidrio panorámico, lo cual no le permite avanzar.