Opinión
Cuatro años de esperanza, con aroma de mujer
Por: Germán Sánchez
La esperanza es lo último que se pierde, dice el adagio de la sabiduría popular. Y sí. Ese sentimiento tiene unas raras características, por ejemplo, nos obliga a pensar positivo pese a las difíciles circunstancias que nos pueden rodear como sociedad. Es como una pequeña flama que pelea solitaria y digna frente al fragor del helado viento en una impetuosa tormenta. Es un impulso hacia adelante para recordarnos que hay una nueva oportunidad mañana.
Y es precisamente esa esperanza la que pese a las circunstancias que vive Ibagué, El Tolima y Colombia, nos empuja en un pensamiento casi mágico a esperar que esos cuatro años que comenzarán desde el próximo 1 de enero de 2024, en nuestro municipio y departamento, sean mejores que lo vivido, visto y hasta padecido con corte a hoy.
Y digo del próximo enero en adelante, porque por aquellas curiosidades de la política electoral, desde que alumbró el sol esta mañana, ya ni el alcalde ni el gobernador, ni los concejales o diputados que ocupan dichos cargos representan nada, su efímero poder se acabó desde la noche de ayer.
Pasan hacer figuras decorativas de sus sillones en estos próximos dos meses que se dedicarán a raspar las ollas del presupuesto, dar condecoraciones o aprobar resoluciones, ordenanzas y acuerdos de acciones insulsas o también a tratar de meter goles y dejar pequeños negociados antes de irse. Ojalá me equivoque.
Qué bueno que la noticia hoy fuera que se renovó al pusilánime Concejo de Ibagué o la callada Asamblea Departamental; que a partir de hoy los temas de políticas públicas y ejecución que comencemos a discutir en la opinión pública con los nuevos gobernantes sea de cómo frenar la inseguridad y combatir la delincuencia, de apostar a políticas económicas en beneficio de sectores diferentes o emergentes en la agroindustria, los emprendimientos comerciales y en el ecosistema digital.
Así como en sectores que necesitan verdadera consolidación como el turismo, más allá de la «eventitis o congresitis» aguda que padecemos que si bien sirven para mover pírricamente el consumo económico durante dos o tres días y cumplir con un indicador de gobierno, no sirve para generar empleo, inversión e ingresos permanentes.
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Que nos ocupemos de cómo, con cuánto y hasta dónde alcanzará para tener o habilitar los anillos viales y recuperar las acabadas vías en barrios y veredas.
De contar con una educación pertinente y de alta calidad que sirva de soporte para el cambio estructural a largo plazo de este territorio y continuar fortaleciendo la oferta y los servicios de la red de salud pública.
Esa es la esperanza que tenemos, que los nuevos gobernantes y representantes electos lo hagan mucho mejor que quienes de facto a partir hoy ya se fueron.
Que todos los esfuerzos sirvan para algo básico y elemental: que ningún tolimense ni ibaguereño se acueste sin haber podido llevar los tres ‘golpes’ mínimos de alimento a su mesa, en especial la de los niños. Esa tragedia debe acabar y esa indiferencia debe terminar. Los nuevos gobernantes son los primeros llamados a convocar con el ejemplo, sin suntuosidades, sin opulencias, sin malgastar el erario ni premiar corruptelas.
Los mejores deseos, fuerza positiva y bendiciones a la nueva gobernadora del Tolima, la primera mujer en lograr ese cargo: Adriana Magaly Matiz y la nueva alcaldesa de Ibagué, Johana Aranda. A todos los alcaldes y alcaldesas del Tolima, a los concejales y diputados. Tómense en serio, con responsabilidad y sensibilidad el servicio público que van a prestar. Todos tenemos puestas la esperanza en ustedes, ojalá no fallen ni nos decepcionen. Dios quiera. Dios los bendiga.