Opinión

Cuando el oportunismo político de Renzo García apunta contra las mujeres que gobiernan

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Por: Mauricio Gutiérrez – Abogado – Magister en Derechos Humanos

El pasado 9 de mayo de 2025, el activista político Renzo García, militante del Partido Alianza Verde y figura cercana al Gobierno del presidente Gustavo Petro, publicó en su red social Facebook una serie de comentarios que pretendían cuestionar el reconocimiento que la revista Forbes Colombia hizo a la alcaldesa Johana Aranda y a la gobernadora Adriana Magaly Matiz, al incluirlas entre las 100 mujeres más poderosas del país. Bajo el argumento de que Tolima e Ibagué ocupan lugares bajos en bienestar, criticó el mérito de ambas mandatarias, sugiriendo que “no se gobierna para la foto” y que “el poder no es una medalla”. Esa publicación, aunque aparentemente neutral, merece una lectura crítica más profunda.

Lo que Renzo García escribió no es simplemente una opinión política. Es un acto discursivo que, sin nombrarlo abiertamente, presuntamente reproduce un patrón de violencia simbólica, una forma de agresión indirecta definida por la Ley 2453 de 2025 y reconocida por la jurisprudencia colombiana. Esta se configura cuando, a través de mensajes, gestos o discursos, se anula, ridiculiza o deslegitima el liderazgo de una mujer por el hecho de ocupar una posición de poder. En este caso, el blanco fueron dos mujeres elegidas democráticamente que están ejerciendo sus cargos con responsabilidad, en medio de enormes desafíos estructurales.

Criticar la gestión pública es un derecho constitucional, pero hacerlo de manera selectiva, enfocándose únicamente en liderazgos femeninos, mientras se guarda silencio frente a estructuras Petristas de poder masculino —incluidos sus aliados en el Gobierno de Petro y en su propio partido—, es sesgado, injusto y profundamente cuestionable. ¿Dónde estaba esa indignación de Renzo cuando se destapó el escándalo de corrupción en la UNGRD, con recursos públicos desviados, carrotanques comprados de forma irregular y congresistas como Iván Name (Partido Verde) involucrados en la repartición de multimillonarias coimas? Presuntamente No se escuchó ni una sola palabra. Ni una crítica. Ni una postura ética.

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Mientras la alcaldesa Johana Aranda trabaja en darle soluciones a Ibagué y la Gobernadora Adriana Matiz gestiona recursos para las zonas rurales del Tolima, Renzo García sigue siendo un comentarista de redes sociales, más preocupado por figurar que por aportar. A pesar de su cercanía con el poder y el respaldo ideológico al Gobierno de Petro, no ha traído ni una sola obra, ni una inversión, ni siquiera una puntilla al departamento. Y aún así, pretende erigirse en juez de la gestión ajena, como si la ética fuera un pedestal desde el cual se puede señalar sin haber construido nada.

Invitamos a Renzo García, con el debido respeto, a reflexionar sobre el impacto de sus declaraciones, no solo en el plano político, sino también en lo simbólico. Le exhortamos a respetar el liderazgo de las mujeres, especialmente cuando ellas sí están gobernando, enfrentando desafíos reales y tomando decisiones difíciles en territorios complejos. Lo invitamos, además, a dejar de lanzar críticas desde un teclado o desde una trinchera digital. El país no necesita más activistas del señalamiento, sino líderes capaces de construir, proponer y respetar.

El Tolima necesita debate, sí, pero con argumentos, no con prejuicios. Necesita crítica, pero con ética completa, no selectiva. Y necesita hombres en la política que entiendan que cuestionar a una mujer en el poder sin aplicar el mismo rasero a sus pares varones, es también una forma de violencia, aunque venga disfrazada de moralismo progresista. A las mujeres no se les invisibiliza. Se les respeta. Y si de verdad queremos transformar el país, empecemos por desarmar esos discursos que, sin gritar, también hieren.

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