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Opinión

¿Conductor o limpiavidrios?

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Por Carlos Andrés Jurado V.  

Algunos creen que es mejor acabar con los pobres y con los delincuentes, antes que con la pobreza y con la delincuencia.

Hace unos días un conductor sacó un arma y mató a un limpiavidrios en medio de una discusión en un semáforo de Medellín. Los comentarios en redes no fueron para rechazar la violencia, el uso de armas o la ausencia del Estado a la hora de disminuir la inseguridad e informalidad laboral. En cambio, más de un internauta aprovechó para desahogar su indignación por el comportamiento de los limpiavidrios; por su actitud desafiante ante los conductores que se niegan a recibir su servicio, al punto de amenazarlos con cuchillo.

Aunque es entendible la inconformidad, estos factores no deben  convertirse en la excusa para justificar la muerte de nadie, ni mucho menos el porte generalizado de armas y su uso indiscriminado.

Quienes celebran el asesinato de alguien, haya tenido un cuchillo en sus manos o no, solo demuestran ser peores seres humanos que aquellos a quienes desprecian.

Si, según estos jueces de a pie, un limpiavidrios  merece morir por atreverse a limpiar un vidrio, con o sin cuchillo… ¿qué merecen entonces quienes responden a ello con un tiro? Si hay que matar a quienes matan, ¿quién quedará vivo?

Sobre el hecho en Medellín, alguno dijo que fue en defensa propia. La Policía, hasta la fecha de esta columna, afirma que fue un acto de intolerancia por parte del conductor. No sabemos exactamente qué ocurrió en ese semáforo de Medellín; lo que sí es evidente es la intolerancia de una buena parte de la opinión pública, que utiliza este hecho y su inconformidad con la inseguridad para aflorar al pequeño Hitler que lleva dentro.

Un hitlerito que logró «comprar» carro (las comillas se quitan cuando  pague la última cuota), encerrado en su burbuja de arribismo, desde la cual pretende vías limpias de vendedores, habitantes de calle y de atrevidos limpiavidrios, aficionados a  engrasarle el paisaje a una naciente clase media colombiana, que en otro lugar del mundo apenas se asomaría por encima de la pobreza.

Un hitlerito al que le resulta más fácil responder con plomo, que preguntarse con aplomo las causas de la decadencia social que le rodea el chasís. Un ciudadano de bien que prefiere eliminar al pobre, antes que a la pobreza, y al delincuente, antes que a la delincuencia. Un autochofer cuyo siguiente anhelo citadino, una vez conseguido el vehículo,  será cargar un arma en el bolsillo, para matar al ladrón y reemplazarlo por un conductor asesino.

Periodista del ámbito político administrativo y regional, con experiencia en diferentes medios de comunicación, director de Enfoque TeVe.

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