Opinión
¿Aprendizaje extendido o esclavitud perpetua?

Por : Carlos Andrés Jurado
No sabemos si acababa de ver la película Doce Años de Esclavitud cuando a la senadora y tiktoker del Centro Democrático Milla Romero se le ocurrió la solución a la falta de experiencia laboral que agobia a los jóvenes colombianos: trabajar gratis durante dos años.
Cumplir el sueño húmedo neoliberal de engrosar las filas empresariales con profesionales afiliados al Sisbén: de eso se trata el proyecto de ley 099 o “contrato de aprendizaje extendido”, autoría de Romero, también llamado “contrato de aprendizaje extendido”, un eufemismo que le permitirá a empleadores esclavistas beneficiarse de talento con formación profesional, tecnológica o técnica, a precio de huevo Carrasquilla: un salario mínimo, sin prestaciones, ni seguridad social (la cual irá por cortesía del Estado).
La medida no es retroactiva, por lo que no aplicaría para aprendices como Iván Duque, a quien sí le pagaron completo los salarios de sus primeros dos años como presidente profesional, pese a que su aprendizaje se ha extendido por casi un cuatrienio.
Cual vendedora de tónico capilar, la senadora Milla augura que recortando garantías laborales crecerá nuevo empleo. Lo mismo prometieron los expresidentes Gaviria y Uribe con la apertura económica, la reducción de recargos nocturnos, la tercerización laboral y los contratos por prestación de servicios, o de medio pelo. ¿Y los nuevos empleos? Habrá que pedirle a Marta Lucía Ramírez que los busque donde suele permanecer: en el suelo. Como quien dice, ya nos raparon, y ahora Milla nos pide que le entreguemos el sombrero.
Lo que se necesita es proponer incentivos reales para aumentar la producción interna y la industrialización del país; para que los empleadores confíen en la formación adquirida por los recién graduados. Que alguien suba propuestas a Tik Tok al respecto, para que las vea la senadora Romero. De paso, que destine un día de sus extensas vacaciones remuneradas como congresista, para ver la película Roma de Alfonso Cuarón, retrato de las trabajadoras domésticas sacadas de sus comunidades indígenas o afro, para ser esclavizadas en casas de clase media y alta, a cambio de pagos irrisorios, a veces solo por comida que ellas mismas preparaban, sin salud, pensión, descanso, ni hora de salida; bajo la promesa incumplida de poder estudiar y tener un mejor empleo… Todo un aprendizaje extendido a lo largo de Latinoamérica. Esa fue la realidad de Claribed Palacios, quien tras trabajar y ser tratada de esta forma desde sus catorce años, por parte de una de estas familias esclavistas, se convirtió en abogada y fundó el primer sindicato de empleadas domésticas de Colombia.
Necesitamos más mujeres como Claribed en el congreso, en lugar de tiktokers como Milla. Mientras la primera lucha por mejorar las condiciones de vida de cientos de miles de trabajadoras, la segunda recibe cuantiosos beneficios laborales como congresista por idear maneras de impedir que otros tengan un mínimo de esos beneficios. Una senadora que mira al pasado, con un aire futurista evocador de alguna escena de Doce Años de Esclavitud, al que solo le falta el sonido de un látigo.