miércoles, 12 de noviembre de 2025 09:10

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Opinión

La soledad del conservador, Arturo Castillo contra todos

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Por: Dahian García Covaleda

En el escenario político del Tolima, el concejal Arturo Castillo ha decidido emprender un camino propio dentro del conservatismo. Tras sus reiteradas críticas a la tradicional Casa Conservadora del Tolima, un espacio con peso histórico y simbólico para el partido, Castillo tomó la decisión de arrendar una sede en el centro de Ibagué para instalar lo que ha llamado su propia “Casa Conservadora”.

Lo que sí deja claro esta jugada es que Arturo Castillo descubrió una nueva forma de conservatismo (el conservadurismo unipersonal.) Un modelo compacto, portátil y a prueba de contradicciones, no hay debates, no hay divisiones, no hay nadie que le lleve la contraria. La política soñada.

Lo que más llama la atención es que Castillo lo hace en solitario. Ni Víctor Ortiz, ni Carlos Beltrán, ni “Choco”, todos referentes visibles del conservatismo local que no son Barretistas, no lo acompañan en este proyecto. La ausencia de figuras cercanas refleja no solo una falta de consenso, sino la consolidación de una estrategia política personalista que prioriza la proyección individual por encima de la colectividad.

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La nueva versión de la casa conservadora parece más una metáfora de su ego que un proyecto político. Un lugar donde el único retrato colgado es el suyo, y el único himno que suena es su propia voz.

En el fondo, Arturo Castillo encarna la paradoja de muchos políticos locales, busca representar a un partido, pero termina representándose solo a sí mismo. Su apuesta podría interpretarse como valentía o como aislamiento, pero lo cierto es que su “conservadurismo en solitario” evidencia una crisis más profunda, la del liderazgo que confunde el eco propio con el respaldo del pueblo.