Vivimos en la época de la intolerancia

Por: Mauricio Rayo

Con preocupación veo todo lo que sucede diariamente en nuestro país; crecimos con la frase de que nada justifica la violencia, pero al parecer el mensaje se perdió en el camino como se ha ido perdiendo el sentido común en muchos.

La violencia que han sufrido por años nuestros campesinos ha llegado a las ciudades, mucho se puede hablar de las problemáticas sociales y los casos aislados de vandalismo, pero este escrito no va en esa vía, hablo de los casos diarios de peleas por motivos insignificantes, conductores llenos de ira descargan su furia entre sí, ahí se volvieron famosas las crucetas y los machetes (herramientas convertidas en armas) la incultura vial es el pan de cada día…

Pero la intolerancia se contagia y el sonado caso de la familia Monroy puso en evidencia la falta de consciencia y la imposición de reglas de convivencia absurdas por parte de algunos núcleos familiares, pues muchos sintieron el problema como propio. Ni que decir de la violencia en espacios de esparcimiento como el fútbol amateur, hace unos días nos pudimos dar cuenta de la agresión a un árbitro en nuestra ciudad.

La gota que rebosó la copa sucedió el día de ayer cuando una mujer adulta atacó a un menor de edad vulnerando totalmente sus derechos frente a la mirada atónita de varios niños que se encontraban alrededor: ¿Qué está pasando con nuestra sociedad?

¿Cuál es el mundo que le dejamos a nuestros hijos?

Vivimos en una época en la que todos exigen respeto pero no tenemos la sutileza de escuchar… Parece ser que se cumple lo que leí alguna vez del Director Nacional de medicina legal: «La violencia no desaparece, se transforma».