Opinión

Unidad en tiempos de fractura: el reto político de Ibagué

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Por: Nicolás Caballero

En medio de las controversias, ataques, posturas y todo el apogeo político que atraviesa hoy nuestra ciudad, ¡es importante hablar con claridad!

La alcaldesa Johana Ximena Aranda fue elegida por el pueblo Ibaguereño para gobernar, y en el ejercicio de su mandato ha tomado decisiones administrativas que reflejan su capacidad de liderazgo gerencial y su autonomía e independencia, su capacidad de gestión y su voluntad de contribuir al avance y desarrollo de nuestra ciudad. No se puede desconocer que ha dado continuidad a proyectos de ciudad que son claves, ha mantenido la estabilidad institucional y permitido espacios para nuevos liderazgos.

Desde el inicio de su mandato ha impulsado temas de interés común en prevención desde salud pública, los procesos de contratación hoy se realizan con enfoque en la transparencia y legalidad y se mantiene en permanente diálogo y concertación con los diferentes sectores de nuestra ciudad. Ahora, tiene una gran apuesta por materializar nuevas obras que impulsen la capital musical; su trabajo no se puede reducir al debate sobre quién la apoya o quién la cuestiona. La ciudad reclama un líder proactivo no reactivo, centrado en la problemática y el desarrollo de nuestra ciudad y confía en su gestión para lograrlo.

Por otro lado, es innegable que el ingeniero Andrés Fabián Hurtado sigue teniendo una presencia política influyente y fuerte en la ciudad y en el departamento del Tolima, pues se ha caracterizado por dejar en sus obras un legado de desarrollo y crecimiento para la capital tolimense. Su liderazgo, capacidad de trabajo y profesionalismo que se reflejan en los resultados entregados a la ciudad durante su mandato, no desaparece por campañas de desprestigio, o por la burocracia que puedan otorgar los cargos públicos para su estructura. Como cualquier actor político con estructura y base social sólida, mantiene lazos con su gente y su influencia no debería ser motivo de escándalo. Lo verdaderamente cuestionable es la manera en que algunos sectores usan su figura como blanco político para buscar protagonismo, visibilizarse, o simplemente sonar, disfrazando de “crítica moral” lo que en realidad es un cálculo para otros proyectos de tipo personal.

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Sin embargo, se hace curioso que muchos de los que hoy aplauden a la alcaldesa, sus posturas o reacciones con alto fervor, sean los mismos que en campaña la atacaron, dudaron de su liderazgo, y no querían verla a cargo de la administración municipal. Hoy, en cambio parecen descubrir virtudes que antes negaban y hasta le declaran lealtad. Esta falta de coherencia solo alimenta el desgaste político, debilita la confianza ciudadana y la credibilidad en la gobernanza.

Cierto es que la “Ropa Sucia se lava en casa” y la ciudad no está para telenovelas, divisiones ni peleas internas.
Ni los egos políticos ni las disputas por el poder o las cuotas burocráticas pueden ser más importantes que los problemas y necesidades reales de una ciudad y su población. La ciudadanía exige resultados, obras, armonía, respeto, no rivalidades.

Es por ello, que este momento coyuntural debe ser una oportunidad Para algo diferente a destruir, sino más bien para construir. Ibagué necesita una clase y liderazgo político que entienda que el poder es transitorio pero el impacto de sus decisiones y acciones será permanente y se materializa y refleja en obras y resultados. Necesitamos líderes abiertos al diálogo, a la conciliación, la concertación, al respeto por las diferencias y con voluntad para trabajar en conjunto por el bienestar de toda una sociedad

Alcaldesa, esto es un llamado para que siga gobernando concentrada sin olvidar sus raíces. Ingeniero, tiene usted aún mucho por aportar y contribuir en la ciudad y el departamento. Y a los demás: dejemos de pelear por el espejo retrovisor. Ibagué merece que todos rememos hacia el mismo lado, por un mismo objetivo, NUESTRA CIUDAD.

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