Ibagué

“Un desaparecido es una incógnita como en el juego del ajedrez”: José Ignacio Rengifo

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En 1996 el ajedrecista ibaguereño reportó la desaparición de su padre Julio Cesar Rengifo Ramírez. Han pasado 27 años y aún sigue con el interrogante de saber qué fue lo que sucedió.

Como si estuviera jugando una partida de ajedrez inconclusa, vive José Ignacio Rengifo Escobar desde el 4 de diciembre de 1996, día en que desapareció su padre Julio Cesar Rengifo Ramírez.

Aquel miércoles el hombre, que tenía más de 60 años de edad, salió de la casa ubicada en el barrio Yuldaima en Ibagué y nunca regresó. Desde entonces José Ignacio, un reconocido ajedrecista de la capital Musical ora diariamente por aquel ser que le dio la vida y le entregó amor incondicional a su familia.

Mi padre sale de la casa ese día tipo 5 p.m., tal vez producto de su situación mental…Hay muchas hipótesis”, contó José Ignacio. En esa época don Julio sufría episodios de esquizofrenia, sin embargo, esta enfermedad nunca le impidió seguir siendo un hombre cariñoso y trabajador, como lo fue desde su juventud gracias a sus raíces campesinas.

La desaparición hizo que su hijo dejara la estabilidad familiar y económica que tenía en esa época en Bogotá y recurriera a la Policía, al igual que, la Fiscalía, para empezar a recorrer un largo camino de búsqueda. Pese a los esfuerzos y sacrificios hechos tanto por él como por sus hermanos, no se encontró ningún rastro.

“Al lapso de un año me contacté con el noticiero TV Hoy y logramos que sacaran una imagen de mi padre por más de 30 segundos contando la historia de su desaparición”, narró el ajedrecista. Luego, llegaron aparentes pistas que señalaban que don Julio estuvo en el norte del Tolima, por lo que José Ignacio sin dudarlo, recorrió varios municipios con el anhelo de obtener alguna razón de aquel viejo que extrañaba a cada instante.

Otras hipótesis que surgieron apuntaban a que el padre del ajedrecista viajó a Aguachica, Cesar, incluso que había caído en las manos de falsificadores de seguros de vida y que se lo llevaron con engaños a otra ciudad, no obstante, cada posibilidad se fue esfumando con el paso de los meses.

“Fue muy duro, prácticamente la familia se descompuso. Abandoné el hogar por estar buscándolo, mi vida en Bogotá se vino a pique”, narró.

En un abrir y cerrar de ojos pasaron nueve años desde la desaparición de don Julio y ante la falta de resultados, la Fiscalía decidió archivar el caso. Desde ese instante para las autoridades la historia, aunque inconclusa, quedó formalmente cerrada.

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“Llevo casi 28 años buscando a mi papá y no paro, oro mucho, soy una persona espiritual, todos los días oro por él, donde quiera que esté, si está vivo, si ya falleció, porque mi papá tenía una edad avanzada, debe estar por encima de los 90 años hoy en día si está con vida”, agregó.

Amarga enseñanza

La difícil situación que ha vivido por más de dos décadas el ajedrecista y también escritor José Ignacio Rengifo Escobar, le dejaron varias enseñanzas.

“Cuando un ser querido desaparece no hay que enloquecer, hay que tomarlo con frialdad, analizar cómo se va a actuar para poder recuperar esa persona”, expresó.

Y aunque no se debe ahorrar esfuerzos en la búsqueda, no hay que perder la cordura o sacrificar a otros seres queridos. “Siga con sus tareas en modo búsqueda con estrategia, como si fuera una partida de ajedrez: con apertura, medio juego y final”.

Para él, no es descabellado comparar una situación tan compleja con una partida, pues “un desaparecido es una incógnita como en el juego del ajedrez, es una variante que uno no entiende ni se sabe qué hacer”.

En medio de la triste situación, Rengifo Escobar se encontró hace cinco años con la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD) y aunque la entidad maneja casos ocurridos dentro del marco del conflicto armado, allí encontró un lugar en el que pudo compartir el dolor y las enseñanzas aprendidas.

“Hicieron un acto de humanitarismo que fue escucharme, eso lo agradezco mucho, porque cuando uno está atravesando una situación difícil en la vida, lo que uno necesita es que lo escuchen. (…) Es muy doloroso para cualquier miembro de familia que sus seres se desaparezcan sin saber qué pasó con ellos”, concluyó.

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