viernes, 17 de octubre de 2025 21:37

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Opinión

Tolima, tierra progresista

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Por: Marco Emilio Hincapié

La histórica concentración del presidente Gustavo Petro en Ibagué dejó un mensaje que retumba más allá del Tolima: el progresismo no es una moda pasajera, es una fuerza viva y creciente que se nutre del pueblo. Miles de personas colmaron el parque Murillo Toro de la capital musical de Colombia con una energía auténtica, diversa y profundamente democrática.

Contrario a lo que sugieren los clanes políticos que tienen sumido al Tolima en la pobreza y el subdesarrollo, los asistentes no eran militantes comprados ni estaban obligados por una maquinaria electoral: eran campesinos, estudiantes, artistas, docentes, trabajadores, mujeres y jóvenes que acudieron por convicción, no por conveniencia.

Esa diversidad fue el verdadero símbolo de la jornada. En los rostros de quienes llegaron desde los barrios, veredas y municipios se reflejaba una esperanza compartida: la de un país más justo, más humano y más digno.

Mientras tanto, los viejos partidos tradicionales —acostumbrados a medir la política por el número de buses contratados o por las ruanas regaladas con logo partidista— no ocultaron su incomodidad al ver que el pueblo tolimense respondió al llamado progresista con tanta fuerza y alegría.

Porque aquí no hubo sombreros ni atuendos pagos por ningún cacique político. No hubo promesas de tamales ni viáticos escondidos. Lo que sí hubo fueron carteleras hechas a mano, consignas sinceras y un canto colectivo que decía: “Sí se puede”. Ibagué se vistió de dignidad y se convirtió, por un día, en el corazón del proyecto transformador que encarna el Pacto Histórico.

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Este acto no fue un hecho aislado, sino un abrebocas de lo que está por venir. El 26 de octubre, en la consulta del Pacto Histórico, el país verá nuevamente cómo las mayorías olvidadas se organizan y avanzan.

Y de cara a las elecciones legislativas y presidenciales de 2025, la concentración de Ibagué anticipa un panorama político en el que el progresismo no solo tiene voz, sino también una fuerza territorial sólida, construida desde abajo y con la gente.

Tolima, tierra de historia y resistencia, le recordó al país que el progresismo sigue vivo. Que el poder real no está en los directorios de los partidos tradicionales, sino en las plazas donde el pueblo se reúne, debate y sueña. Lo que ocurrió en Ibagué no fue solo una concentración: fue una declaración de futuro.

La multitudinaria concentración nos recordó que el Tolima, históricamente, ha sido tierra de gigantes: desde el propio Manuel Murillo Toro hasta José María Melo, Darío Echandía y Alfonso López Pumarejo. En esta tierra que nos vio nacer, desde siempre nos hemos destacado por luchar contra las injusticias y por construir un país más equitativo.

El mensaje es claro: el país está cambiando, y lo está haciendo con la gente —no contra ella.