Opinión
¿Se normalizó el declive?
Por: Camilo Ernesto Ossa
El “día de la Marmota” llegó e Ibagué no podía –de hecho no puede, bajo las políticas actuales- incidir positivamente en las cifras de desempleo local que, dicho sea de paso, mientras a nivel nacional se registra alguna mejoría, en la ciudad no se percibe la misma dinámica.
A nivel nacional se registró un 10% de desocupación, en Ibagué se continúa registrando el segundo lugar con un 19,2%, gravísimo, pero lo es más, el registro del desempleo juvenil, en el que también la ciudad se ubica en el segundo lugar con el 29,6%, esto es, francamente, un desastre del que las autoridades locales, parece ser, ya lo normalizaron.
¿Le estamos ofreciendo la posibilidad, a los jóvenes de Ibagué, de desarrollar un proyecto de vida, acorde a sus intereses y necesidades? Probablemente no y en ese sentido, también, la ciudad ha dejado de ser competitiva, comparativamente con otras ciudades de Colombia, solo por citar un ejemplo, recordemos el informe del Laboratorio de Economía de la Educación –LEE- de la Universidad Javeriana y publicado por el diario El Tiempo, en septiembre de 2021, el cual reveló que “cinco ciudades concentran el 72% de la migración estudiantil” en Colombia, estas ciudades son Bogotá con el 56,79%, Medellín el 6,04%, Barranquilla el 3,28%, Bucaramanga 3,15% y Cali con el 3,12%. Siendo esto, un claro reflejo de la percepción que tienen los jóvenes en relación a las oportunidades que brindan, para el desarrollo de un proyecto profesional, estas ciudades.
Pero, aun cuando el principal problema de Ibagué, que he sido reiterativo en señalar, es de contenido económico, también es importante revisar los mecanismos de articulación y correlación del desarrollo económico con la educación media y la educación para el trabajo y el desarrollo humano, la educación superior y el sector empresarial, para que justamente, la educación, responda a los intereses y necesidades de los jóvenes con las demandas del sector productivo ibaguereño. Es poder garantizar trayectorias educativas completas debidamente articuladas y sintonizadas, desde la población infantil, con la oferta de servicios suficiente que permita garantizar el desarrollo integral de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes con garantía de educación integral, brindando oportunidades de formación y educación acordes a sus intereses y a las necesidades de la ciudad.
En ese orden de ideas, resulta fundamental la ampliación de la oferta educativa dirigida a la población joven, que, de paso, debe ser también hacia la adulta y la mayor a través de modelos educativos flexibles que involucren procesos de emprendimiento y, a eso, debe hacerse especial énfasis en la población rural. Esto, teniendo claro que es necesario, por un lado, cerrar las brechas digitales de cobertura, acceso a los recursos tecnológicos, calidad y competencias a lo largo del ciclo de la formación integral, desde la primera infacia hasta la educación superior y, or el otro, desarrollar la sociedad del conocimiento y la tecnología.
Caminos hay diversos para solucionar el problema, eso sí, se requiere voluntad para saldar la deuda, que, por cierto, ya se volvió histórica, además de estructural, con la población ibaguereña, especialmente con los jóvenes que resultan ser un capital esencial para proyectar una ciudad que mire al futuro y supere el atraso y el declive.