Opinión

¿Qué tanta chatarra de Ibagué esconde al «chatarrero»?

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Por: German Sánchez

Por literalidad,  una chatarrería es un lugar donde se compra y vende chatarra, se llevan objetos oxidados, sucios, dañados y se amontonan unos sobre otros entre el óxido, el polvo y la suciedad, hasta que se pierde de vista la forma original de los mismos o en dónde quedó ubicado cada cual, haciendo casi imposible identificarlos. Obviamente quien lo administra y sí lo conoce al detalle es el chatarrero.

Pues bien, precisamente es ese un buen simil con lo que está ocurriendo en la capital tolimense, dados los últimos acontecimientos del aparato judicial con el desfalco y robo de los más de 60 mil millones de pesos de los Escenarios de los Juegos Deportivos Nacionales por Luis H y sus foragidos, muchos de ellos ingenieros y abogados -hoy caminando libremente por la carrera Tercera de Ibagué entrando y saliendo del Palacio Municipal y otros despachos públicos o sedes políticas-.

Pareciera estarse utilizando la fórmula administrativa y procedimental de una chataterría con el vencimiento de términos y las dilaciones que la propia justicia le permitió, a uno de los mayores responsables de ese atraco en la cuidad a plena luz del día, al  quedar libre «El Chatarrero»; es decir, a Jorge Alexánder Pérez,  el contratista de jugosas licitaciones presuntamente amañadas superiores a 30 mil millones de pesos.

Quien, además, debe tener claro cómo fue el robo y qué personas y personajes públicos de Ibagué están implicados en el mismo. Todo pareciera indicar que este vencimiento de términos y su libertad con el no inicio del juicio, podría ser la clara estrategia de impunidad para que no se conozca a más responsables y a quienes lo protegerían. Es decir, dejar que las capas del óxido y polvo se acumulen sobre los elementos mohosos ( hechos y pruebas), para ir haciendo difusa la posibilidad de identificar la verdad, tal como sucede en una chatarrería con los objetos apilados.

Cabe recordar que en cierto momento se llegó a denunciar, al seguir el hilo conductor de relaciones, padrinazgos, alianzas políticas y proyectos comunes de este individuo, de su estrecha relación con por lo menos 40 personas entre politicos y empresarios de la región, que fueron mencionados en ese entramado de corrupción. Las cuales llegaron a informarse permanentemente en las distintas investigaciones sobre el caso.

Por eso, resulta bastante curioso y llamativo, que luego de que se le concediera su libertad a alias «El Chatarrero» en días pasados, a hoy no se haya conocido ni un mensaje o reacción de indignación de nuestra clase política, dirigencia pública y empresarial sobre ese hecho que podría resultar en la acción sepulta de lo ocurrido y quedarnos sin saber con la anuncia de quiénes sucedió.

Desde la Alcaldía, el Alcalde y el instituto del deporte se guarda silencio, el Gobernador no se pronuncia, de los Gremios Económicos ni mu, Concejo, Asamblea, congresistas tolimenses en silencio sepulcral, ex alcaldes, ex gobernadores, ex senadores, ex concejeles y ex diputados de espalda al hecho. Todos parecieran hacer parte de esa imagen del reciclador de metales callejero que toma el bulto y lo carga a las costillas o empuja su carreta de madera y silenciosamente se pierde entre los recovecos de la ciudad rumbo a vender lo recogido a la chatarrería. Algo huele muy mal aquí y no es precisamente el óxido.

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