Opinión

LAS VERDADERAS PROVIDA

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Por: Valentina Giraldo

Con la frase “Colombia es provida” amaneció pintada la calle contigua al recinto de la Corte Constitucional el pasado 25 de septiembre. El Grafiti fue realizado por sectores “provida”, tras conocer que una nueva Demanda de Inconstitucionalidad fue presentada por movimientos sociales y feministas, con la finalidad de que se excluya del ordenamiento jurídico colombiano el artículo 122 del Código Penal, el cual reviste con características de punible el aborto.

Cabe señalar que, a partir del 2006, la Corte Constitucional despenalizó el aborto en tres casos: Cuando el embarazo sea producto de una violación, incesto o inseminación artificial no consentidas; cuando esté en riesgo la salud física o mental de la mujer; o cuando exista grave malformación del feto.

De ahí nace, en términos jurídicos, la diferencia entre la Interrupción voluntaria del embarazo (IVE) y el aborto. La IVE debe entenderse como el derecho sexual y reproductivo que tiene toda mujer que se halle inmersa en alguna de las causales enunciadas anteriormente, a interrumpir su embarazo. Mientras el aborto es el delito tipificado en el artículo 122 de la ley 599 del 2000.

Aunque el debate frente al aborto en Colombia no pierde vigencia, esta nueva demanda reaviva la discusión entre quienes, desde el feminismo y el derecho, consideramos una exigencia mínima la posibilidad de que toda mujer, sin limitación alguna, pueda decidir ser madre o no, sin ser juzgada por ello; y quienes pregonan que, antes que la decisión de la mujer, está la vida del no nacido. Las primeras somos Proaborto. Y los segundos, aunque se autodenominan Provida, en realidad tan sólo son Antiaborto. Veamos porqué.

Esta discusión no puede, por su naturaleza, leerse de forma aislada al contexto político del país; pues en este pulso debemos identificar a quienes estando en una u otra orilla, a su vez, protagonizan la puesta en escena de otras coyunturas.

Así, los Antiaborto de la esfera política y político electoral, pertenecen a los sectores tradicionales más conservadores. El claro ejemplo de ello es el propio presidente de la República, Iván Duque Márquez; el cual, en días pasados se proclamó provida (Antiaborto). En línea con este, podemos encontrar congresistas como María del Rosario Guerra, John Milton Rodríguez, María Fernanda Cabal y en general, ciudadanos provenientes o afines a partidos políticos de derecha como el Centro Democrático, Partido Conservador, Colombia Justa Libres, etc.

Con seguridad, al leer estos nombres y partidos, es sencillo inferir porqué consideramos que el adjetivo correcto para denominar a los primeros es “Antiaborto” y no “provida”; pues catalogar a alguien como tal, implica que este defienda y respete la vida en todas sus formas de manifestación; y no sólo la que, hipócritamente y haciendo uso de su soterrada moral, le permite estigmatizar y criminalizar a aquellas mujeres que asumimos la maternidad como una decisión exclusiva y extensiva de nuestra sexualidad.

De otro lado, los Proaborto de la misma esfera, pertenecen a los sectores progresistas representados por aquellos movimientos sociales y sectores populares que nos afiliamos a la idea de que el bienestar colectivo y las libertades individuales no son incompatibles.

Por esto, en un país como Colombia, quienes justifican o ignoran que a diario se perpetran masacres, se consuman feminicidios y se acaba violentamente con la vida de líderes y lideresas sociales, no pueden denominarse provida sólo por desear el nacimiento de un ser que, una vez fuera del vientre de la mujer, dejará de interesarles, por ejemplo, si muere de hambre.

Mientras tanto, las personas que cargamos el estigma que nos han impuesto por ser proaborto, defendemos la vida más allá del factor biológico, como materialización de dignidad y libertad.

Somos nosotras las verdaderas provida. Los antiaborto, tan sólo son proparto.

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