Opinión
Las «Copas Américas» de mi tierra
Por: Jorge Iván Giraldo Caldas
Instrumentalizar el deporte para sacar provecho económico y réditos políticos con bastante demagogia es la clara antítesis de lo que planteaba Pierre Fredy de Coubertin, él hacedor de los Juegos Olímpicos Modernos. El hombre cuyo legado fue siempre exponer la grandeza del ser humano a través del deporte.
«El organizador del espectáculo tiende a corromper al atleta para mejor satisfacer al espectador».
Coubertin
La juventud colombiana, ha demostrado con este paro, que ya no traga entero, tiene un criterio definido y que definitivamente desea un cambio de país. Y sí, de manera atrevida, me identifico con esa juventud, es más, estoy convencido de ser parte de ella, la que no soporta en mi caso particular, un robo más causado por la corrupción.
El ente que maneja los intereses deportivos y particulares del fútbol sudamericano le dijo no a Colombia para la realización de la Copa América. Y no precisamente por la pandemia, como algunas personas nos quieren hacer creer, o tal vez por el vandalismo que desafortunadamente manifestantes han realizado en las protestas y que periodistas, sobre todo los deportivos, han «pelado el cobre» (no todos) generalizado, satanizando el descontento, reitero, de una juventud que se siente engañada y maltratada por diferentes gobiernos nacionales y regionales.
Esa masa crítica juvenil, le dijo NO en las calles a un espectáculo deportivo, porque sencillamente estamos en una crisis social, donde la fuerza pública está ASESINANDO colombianos que no soportan más injusticia, inequidad e impunidad. Por consiguiente, los colombianos, sobre todo los que han marchado en estos días, sentían que la realización de ese show deportivo era una manera de distraer y querer tapar la realidad del país. Claramente fallaron en el intento, insisto, esta juventud no traga entero…
Pero quiero aterrizar ese descontento nacional en mi región, y poder hacer inferencia a las «Copas Américas» de mi tierra. Y con ejemplos verídicos, demostrar cómo en el Tolima, han querido utilizar la misma estrategia, «la vieja confiable». Utilizar el espectáculo deportivo, para tapar un mal gobierno. El primer intento, (primera copa) fue querer ser la subsede del Sudamericano de fútbol Sub 20. En medio de una crisis descomunal en el campo deportivo aficionado de la región, (causada por los primeros meses de la pandemia en Colombia) donde entrenadores, monitores y deportistas no estaban teniendo las condiciones apropiadas para realizar sus entrenos, como tampoco la calidad de vida que merecen por entregar su valioso tiempo entorno a la preparación de tolimenses que representan a nivel nacional e internacional el departamento.
Entremos en detalle
Fueron contratados por tan solo 8 meses en el 2020, monitores por menos tiempo y a deportistas de alto nivel les tocó migrar para otro departamento en busca de mejores condiciones. A todas estas necesidades, la respuesta del mal gobierno departamental y mal gobierno de su capital, fue la de invertir más de 5 mil millones de pesos para, mírese bien, una NUEVA remodelación del estadio Manuel Murillo Toro, porque dicho estadio no cumplía con el reglamento CONMEBOL para ese torneo de fútbol. Eso, sin hablar de la inversión millonaria que hubo en todo el lobby para que Ibagué fuera tenida en cuenta. Evento con bombos y platillos en septiembre, reuniones, publicidad en diferentes medios, todo eso recae en el erario, mientras que los entrenadores y monitores del deporte aficionado de alto nivel, aguantaban necesidades. Lo más curioso y para no alargarme contando más desastres, es que no hubo Sudamericano.
Después vino, otra «Copa América», ser la sede de un Panamericano de Patinaje… Como no pudieron con el Sudamericano, tenían un as bajo la manga que les había propuesto el gobierno nacional, a través de la viceministra del deporte en el mismo mes que habían comenzado hacer todo el lobby del Sudamericano de fútbol.
Antes de continuar contando nuestras tristes copas, tendría que explicar ¿Qué beneficios trae a una ciudad ser anfitrión de un torneo deportivo nacional o internacional? Más allá de que se superen récords, compitan los mejores de una disciplina deportiva y se busque incentivar la filosofía del barón de Coubertin. El negocio sale a flote, y toda inversión, basada en nuestro sistema económico capitalista, impone lo que llaman algunos expertos «el dinamismo económico» a través del espectáculo deportivo.
En palabras castizas: se pone el dinero, en este caso de los contribuyentes (erario) para poder acceder a través de federaciones deportivas nacionales e internacionales al espectáculo deportivo y de esa manera poder explotarlo económicamente.
Por supuesto, cómo llegan de otras ciudades, de otras regiones o en caso de torneos internacionales países, es ahí donde se empieza a visibilizar esa dinámica económica. Transporte, hotelería, gastronomía, y comercio en un entorno formal. De igual manera incentiva la economía informal. Pero hay un pedazo que no estamos teniendo presente. Y es la Pandemia, (lo más complejo) que no sólo nos arrebata vidas en el día a día, sino que ha puesto en jaque el dinamismo económico que les traté de explicar en el sector deportivo.
Entonces volviendo al Panamericano, que fue aplazado en su primer intento de comienzo de torneo, por la Pandemia. La región salió nuevamente a solicitar el campeonato, conversar con la federación deportiva nacional e internacional, para darles garantías en la región y de esa manera aplazar el torneo que se realizó enero de este año. La pregunta era: si no teníamos las condiciones, nuestro deporte pasaba necesidades y la dinámica económica no se lograría de la manera adecuada, por cierres, sobre todo en lo que se conoce, el entretenimiento nocturno y la gastronomía. ¿Por qué insistir?
Aún peor, teniendo presente que la inversión por parte de cada instituto deportivo para lograr ese espectáculo, le costó a los tolimenses más de 1000 millones de pesos. Sí, erario que llegó a las arcas de la federación (FEDEPATIN) porque según lo planteado, ellos (Federación) se encargarían de toda la logística del evento internacional. Interesante eso… ¿El negocio socio?
Y ojo con esto, yo no estoy en contra que se produzca el negocio, cuestiono es que a través de organizaciones sin ánimo de lucro se logre captar erario importante, sin poner las cartas sobre la mesa. Mejor dicho, contándoles públicamente a los colombianos ¿cómo invierte una federación deportiva ese dinero que es público?
En fin, el panamericano se dio, en medio de una curva considerable de COVID-19, y como era de esperarse, sacaron todos los réditos correspondientes a la realización de ese espectáculo deportivo, que a la fecha, en cifras reales, no se sabe cuál fue la reactivación económica que tanto habla el gobierno departamental y municipal. Se invirtieron mil millones y no sabemos cuál fue el impacto. ¿Proyectaron? Lo dudo mucho…
Ese torneo les dio paso, para atreverse a decir: «Ibagué destino deporte». Y que las administraciones actuales, eran lo mejor que les había pasado al deporte tolimense, cuando ese mismo poder administrativo que gobierna actualmente, había puesto a aguantar hambre a los entrenadores y monitores, en uno de los peores años de la humanidad, causado por la Pandemia en el 2020. Eso, sin tener en cuenta que a la fecha, algunos entrenadores y monitores no les pagan lo que trabajaron en el año 2019. A unos les deben hasta tres meses de lo que laboraron en ese año. GRAVÍSIMO.
Sí llegaron hasta aquí con esta opinión libre, sin pretensiones más allá de contar la otra cara de la moneda. La que no informa una parte del periodismo deportivo en el Tolima, porque existen intereses de pauta publicitaria o en el peor de los casos, periodistas de grandes cadenas radiales, contratados por las instituciones deportivas. Algunos, como asesores del deporte aficionado. Aquellos que en un pasado denunciaban y hoy brillan por su silencio, como si todo estuviera bien en el deporte tolimense.
Llego al final de esta opinión, contándoles las otras copas que se hicieron, esta vez con el atletismo. Misma estrategia, buscar esos anhelados réditos políticos, alejados realmente de la esencia de lo deportivo y además, alejado de una verdadera reactivación económica. Son verdades que incomodan, sobre todo al comité de aplausos que escuchamos en algunas emisoras de la ciudad. Y por supuesto, no dan espacio para controvertir. Hasta la radio pública se la apropiaron para hablar y replicar las bondades del gobierno departamental y municipal, pero no para darle voz a las personas que han denunciado y visibilizado anomalías.