Opinión
La cara limpia en casa
Por: Germán Sánchez
Llegó el evento cultural, artístico y económico más importante que tiene Ibagué y el Tolima: El Festival Folclórico Colombiano. Y nada menos que en su versión 50.
No me voy a referir a los eventos, la fiesta, la agenda general cultural o frente a que si debería haber sido mejor o no, pero sí a que son nada menos que 50 años. Entonces esperamos que lo mejor de lo mejor de las expresiones folclóricas colombianas y propias se vean no solo en los desfiles, sino en todo evento de la programación que oficialmente arrancó este fin de semana y va hasta el primer puente de julio.
En lo que sí quiero hacer énfasis es que para los turistas y visitantes, la diáspora que regresa y sobro todo para nosotros mismos, tanto Ibagué como los municipios con festividades de San Juan y San Pedro, deben ser una reluciente tacita de plata; sobre todo Ibagué, que congrega la mayor parte de las actividades nacionales.
Es decir, ese muladar de basuras que ya es paisaje común en vías principales, parques y barrios no puede estar presente más desde hoy. Que separadores, parques y espacios públicos deben estar limpios y bellos, no esas canecas públicas desbordadas de basura y regadas por doquier. Uno de los varios ejemplos, las del parque de Homecenter.
Dos, los tapahuecos, brigadas de arreglo o como se quiera llamar a los reparchadores de las dañadas vías responsabilidad de la Alcaldía, pues su jornada debe reforzarse por vías principales de la ciudad y donde vayan a ir los turistas o las familias a recrearse. Por los atractivos y rutas identificadas y promocionadas. Es más, con que le echen un puchito de asfalto a esos huecos de la 60 con 5, hacen mucho.
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Tres, y sobre todo. Que las festividades mismas, durante y después de los desfiles no se convierta en el «festín» de la machetera, la puñalada, la puñetera y hasta el sicariato en que convirtieron la carrera 5 y otras zonas de la ciudad en las últimas versiones de los desfiles del Festival Folclórico y que tanto eco nacional tuvieron en redes y medios opacando la celebración. Mucho daño hizo ese halo que dejaron al estilo traqueto, lavaperros, de ‘mafiosines’ y carteles que le imprimieron en ese 2022 y 2023. No se puede confundir amor por la tierra con complicidad acomodaticia sobre lo evidente.
Nos toca a todos ser guardines con amigos y familia del buen comportamiento y cultura ciudadana de manera integral. De una nueva ciudadanía que aprecia y hace respetar lo propio, dando buen ejemplo público y pidiendo la sanción y accionar efectivo de autoridades y organizadores para los desadaptados.
En marcha y bienvenidos todos los mensajes radiales, televisivos, audiovisuales y en redes que se den sobre el amor por lo propio, el respeto al otro y el buen comportamiento para motivar en algo un acto de conciencia, que imagino estarán publicándose oficialmente ya.
Más que mensajes producidos, discursos o puestas en escena para lucir, lo que toca es la desgastante pero efectiva pedagogía de calle; la enfocada a pequeños grupos poblacionales, porque las masivas para un evento tan próximo solo son un refuerzo de mensaje e imagen.
Por último, hay que lucir el traje típico con orgullo, no es un disfraz ni un aditamento para acomplejarse. Allí está representada el alma histórica cultural de nuestra raza. Póngaselo con alegría o si no mejor déjelo colgado para alimentar la polilla.
¡Ah¡ y si va a tomar o consumir licor hágalo con moderación, responsabilidad y con el estómago lleno. Y ojalá que sea del nuestro: el Tapa Roja, el rosadito, porque le sirve a las finanzas de la salud pública regional, genera empleos de calidad y es parte del patrimonio tolimense. ¡¡¡San Juan!!! Nuestra casa está de fiesta, pero debemos tenerle la cara limpia.