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Investigación propone estrategias para prevenir el suicidio y promover la salud mental
La ideación suicida se relacionó con la regulación emocional, el estado de ánimo, el consumo de drogas, el género, los problemas económicos, el apoyo familiar, la violencia, la ruptura con la pareja romántica, la religión y el apoyo social.
El suicidio es una preocupación global. La Organización Mundial de la Salud reporta aproximadamente 700.000 muertes por suicidio cada año, lo que corresponde a una muerte cada 40 segundos, afectando principalmente a individuos jóvenes entre 15 y 29 años. Por eso, un reciente estudio analizó los factores que influyen en la ideación suicida en los jóvenes y, puntualmente, en los estudiantes universitarios.
Ángela Gissette Caro, psicóloga, docente e investigadora del Politécnico Grancolombiano, y Magnolia del Pilar Ballesteros, psicóloga, docente e investigadora de la Universidad Nacional de Colombia, realizaron la investigación de metodología Scoping Review que identificó cuáles son los factores individuales, sociales e interpersonales asociados a la ideación suicida en jóvenes y adolescentes de América Latina y el Caribe.
La impulsividad y el temperamento son los principales factores individuales que intervienen en la ideación suicida; sin embargo, los que se asociaron con mayor probabilidad de experimentar el inicio de esta ideación son los niveles altos de emocionalidad negativa (la agresión, la frustración y el estado de ánimo deprimido), bajo afecto positivo, alto afecto negativo y la carencia de inteligencia emocional.
Además, se halló que el consumo excesivo y abusivo de alcohol, sustancias psicoactivas y tabaco, junto a trastornos del estado de ánimo, trastornos alimenticios, el género, la identidad y la orientación sexuales, son factores relevantes a la hora de hablar de la ideación suicida en los adolescentes y jóvenes.
En cuanto a los factores sociales, se tienen en cuenta los aspectos socioeconómicos que están asociados al hambre, la pobreza, la calidad de vida y la clase económica. En Colombia, la victimización por crimen puede ser un riesgo significativo para los síntomas depresivos y la ideación suicida entre los estudiantes universitarios.
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Otros factores importantes que hay que resaltar son el bullying, el acoso escolar, la soledad, las adversidades experimentadas en los primeros años de vida y el bajo apoyo social independientemente del sexo. Por otra parte, se evidencia una interconexión entre sobrepeso/obesidad y la ideación suicida con planificación entre las mujeres; ser creyente de cualquier religión hace menos propensos a los jóvenes a la ideación suicida; y las personas que han sido expuestas a la violencia física y/o sexual pueden estar en riesgo significativo.
Finalmente, en relación con los factores interpersonales, las investigadoras identificaron principalmente que el apoyo de la mamá es indispensable para evitar la ideación suicida al disminuir los niveles depresivos y de ansiedad, pero el apoyo paterno no logra moderar estos síntomas. Se hace hincapié en que los factores que más influyen en los jóvenes recaen en los padres por sus relaciones conflictivas, vida familiar inexistente, ausencia en el hogar, divorcio, bajo apoyo, la baja supervisión, disfunción familiar y estilo autoritario.
El apoyo social puede en muchos casos moderar la relación entre la sintomatología depresiva y la ideación suicida; siendo el apoyo familiar la interacción más fuerte, seguido de apoyo de una persona significativa, el apoyo en la escuela y el apoyo de los amigos. Hay que añadir que otros factores interpersonales que influyen en la ideación suicida son las discusiones, la ruptura con una pareja romántica, el abuso emocional y los intentos de suicidio en personas cercanas.
Posteriormente, la docente Caro realizó este mismo análisis multinivel en estudiantes universitarios de una universidad pública de Bogotá. La investigación fue desarrollada mediante modelos de ecuaciones estructurales (SEM) para analizar las relaciones entre variables latentes y observables. Participaron un total de 1,761 estudiantes de pregrado y posgrado. Entre las mediciones realizadas, se analizó el consumo de sustancias psicoactivas, la depresión, la autoestima, el apoyo social, la violencia interpersonal y el acceso a servicios de salud.
El estudio confirmó la influencia directa de variables individuales como el consumo de sustancias, la autoestima y la depresión en la ideación suicida. También encontró que factores a nivel interpersonal, como el apoyo social y las experiencias interpersonales violentas tienen tanto efectos directos como indirectos sobre la ideación suicida, resaltando la necesidad de reconocer el impacto de las relaciones personales y el entorno social en la salud mental de los estudiantes.
Además, se encontró que la presencia de violencia interpersonal en entornos educativos y la falta de apoyo emocional es un factor determinante en la aparición de ideación suicida. Este hallazgo subraya la necesidad urgente de abordar la prevención de la violencia como parte integral de la promoción del bienestar mental en los entornos universitarios.
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Por último, se evidenciaron diversas barreras de acceso a servicios de salud mental por parte de los universitarios. Según la docente del Politécnico Grancolombiano, los estudiantes enfrentan dificultades significativas para acceder a estos servicios debido a limitaciones económicas, las largas distancias, los tiempos de desplazamiento y agendas convenientes (que se ajusten a los horarios de los estudiantes) y de tiempo: “Nuestros estudiantes tienen una agenda llena y generalmente en los horarios en los que ellos pueden acceder a servicios de salud mental, estos no están disponibles. Es crucial que identifiquemos estas barreras y que, como instituciones de educación superior, recibamos apoyo para garantizar que nuestros jóvenes puedan acceder a la atención que necesitan”.
Un llamado a la acción
La ideación suicida puede prevenirse creando entornos libres de violencia interpersonal y garantes de apoyo social. En este sentido, todos tenemos una corresponsabilidad. Además, es fundamental ampliar la cobertura de servicios de salud mental, capacitar a profesionales de la salud en la atención de la salud mental, y promover campañas de sensibilización para reducir el estigma asociado a los problemas de salud mental.
Las políticas públicas deben buscar la creación de espacios seguros en universidades, comunidades y lugares de trabajo, para esto, es necesario establecer protocolos de actuación ante situaciones de violencia, fomentar la cultura del respeto y la convivencia pacífica, y fortalecer los sistemas de apoyo a las víctimas de violencia.
También es vital fomentar la colaboración entre las universidades y las instituciones de salud mental para ampliar el acceso a servicios especializados, facilitar la integración de estos servicios en el campus universitario y promover la investigación conjunta sobre la ideación suicida y la promoción de la salud mental.
Es importante reflexionar sobre si el modelo educativo basado en competencias y el énfasis en alcanzar la excelencia académica realmente fomentan el trabajo colaborativo, la comprensión mutua y promueve la salud mental. ¿O acaso estas prioridades invitan más a un enfoque individualista donde la salud mental, tanto la propia como la de los demás, pueda verse sacrificada en aras de metas personales?
La salud mental es una responsabilidad compartida, un objetivo colectivo que se puede alcanzar si se unen esfuerzos. Un futuro en el que la salud mental no solo se repare cuando surgen problemas, sino que se promueva activamente, creando un entorno donde cada individuo tenga la oportunidad de florecer y alcanzar su máximo potencial. “Este futuro no es una utopía, sino un horizonte alcanzable si nos comprometemos a trabajar juntos”, concluye la docente del Politécnico Grancolombiano.