Opinión

Hambre

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Por Carlos Andrés Jurado Vásquez

En Colombia comer tres veces al día es gula. 

Al director del DANE, Juan Daniel Oviedo, se le «llenó la boca» ante el diario El Nuevo Día afirmando, cual logro estadístico, que pese al alto desempleo, el 75% de los habitantes de Ibagué y el 70% de Colombia come tres veces al día.

Destacable sería decir que el 70% de los colombianos ha pagado su hipoteca, podrá estudiar la carrera de sus sueños, se va de vacaciones fuera del país una vez al año o tiene ahorros para invertir. En cambio, el dato de consuelo del DANE —luego de casi cuatro años de tener como presidente a un tipo cuya campaña fue jugar con una guitarra y un balón— es que, a pesar de todo, por fortuna, dos de cada tres colombianos desayunan, almuerzan y cenan.

Lo que Oviedo tendría que decir, si su puesto no dependiera de Duque, es que una de cada tres personas a nuestro alrededor (más de 15 millones de seres humanos), cada día, aguantan hambre.  Según el documental Los Paisajes del Hambre, la situación es tan precaria que en regiones como La Guajira, algunos consideran que no padecen hambre, porque comen una vez al día.

Entretanto, todavía hay quienes, desde su mesa con viandas, siguen apoyando a gobernantes y legisladores corruptos,  pues temen que Colombia se convierta en un remedo de Venezuela, Cuba o la Unión Soviética. Les espanta que un candidato presidencial tenga iniciativa. Para qué imaginar un futuro distinto, con otras formas de energía, transporte y agro, si lo importante es que ellos sigan comiendo tres veces al día.

Lo que no sabe esta ciudadanía indigestada de seguridades democráticas, arribismo, xenofobia y de neuronas desnutridas, es que el mayor riesgo no es que el paraíso fiscal en el que vive se parezca a otro país. El verdadero peligro que seguirá teniendo Colombia es el mismo que aqueja a María Fernanda Cabal cada vez que se levanta a desayunar: seguir siendo ella misma.

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