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Opinión

Hambre y estrategias de afrontamiento

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Por: Germán Sánchez

En lo que más se refleja la inflación que está golpeando a Colombia y padecen los sectores más pobres de nuestra sociedad es en que el mercado ahora cuesta más, se compra menos y dura la mitad que antes. Los 200 o 300 mil pesos destinados al mismo hoy no cubren ni la cantidad de alimentos que antes se consumían ni el tamaño de la porción de dichos alimentos.

La razón, sin duda, es el más infame de todos los impuestos: la inflación, que va rauda y al alza en este año fustigando a los más empobrecidos o a la clase trabajadora que menos gana y para quienes la situación vuelve a tornarse crítica.  Y sin duda lo es, porque ya no se trata de que se estén sustituyendo unos alimentos por otros más baratos, sino porque los están dejando de consumir, así de simple y así de trágico. Se eliminan comidas del día. Las onces, medias nueves, merienda, recreos son cada día más escasas y tan solo un vago recuerdo para muchos padres, escolares y universitarios que han dejado de tenerlas.

No es en vano que nuevamente entidades como la Asociación de Bancos de Alimentos de Colombia insista en llamar la atención de todos, poner el dedo en la llaga y enfatizar sobre el hecho de que no se trata de que se dejen de consumir algunos productos como pollo, carnes y lácteos, sino que mucha gente pasa días enteros sin comerlos, no sin probarlos, literalmente sin engullir ese tipo de alimentos.

Pues bien, lo que para muchos es solo una cifra fría y casi inadvertida que se escucha en medios de comunicación o se ve en comentarios de las redes sociales, respecto a que el índice de Precios al Consumidor (IPC) fue del 0.93 por ciento en el mes de septiembre pasado y que su variación anual llegó al 11.4 por ciento (que no se veía hace exactamente 22 años den Colombia), es la peor noticia para quienes menos ingresos tienen, menos fuentes de recursos y menos capacidad de ahorro e inversión. Por ello, más pobres y necesitados se vuelven.

Falta recordar y recapacitar sobre el impacto que tiene -y lo que significa- que en nuestro país cerca de 20 millones de personas sufran de pobreza monetaria, según las propias estadísticas del DANE y entidades del Estado. Que esas mismas personas tengan ingresos mensuales per cápita de tan solo 354 mil pesos, lo cual no alcanza ni siquiera para las compras mensuales de la canasta mínima de alimentos, o sea, ni servicios públicos ni transporte ni otros gastos tienen como cubrirse.

De otra parte, estoy leyendo e investigando en fuentes y repositorios científicos y académicos sobre el hecho de que efectivamente las muertes por desnutrición de los niños colombianos y los diagnósticos médicos de este padecimiento en ellos va en franco aumento y sus cifras son alarmantes. Pero de eso hablaré después.

Ahora bien, según cálculos de centros de estudio y universidades, en este 2022 los alimentos han aumentado o sufrido un alza de por lo menos un 26 por ciento, lo cual es una cara real y palpable de la inflación, que hace que la gente pierda poder adquisitivo. Hay familias enteras que están subsistiendo de comer maíz o arroz para poder alimentarse de manera básica, pero no saludable.

Muchos han debido acudir a lo que los expertos “bautizaron” como estrategias de afrontamiento, es decir, “bajando la calidad de su comida, saltándose comidas, comiendo menos de 3 veces al día, pidiendo alimentos prestados, vendiendo electrodomésticos para poder subsistir”, como lo ha explicado a medios de comunicación Pedro Nel Valbuena, investigadores de la Universidad del Bosque.

Como si fuera poco, el pasado mes de agosto los propios datos del DANE en la Encuesta de Pulso Social revelaron que el 0.1 %de los colombianos come menos de una comida al día; 1.3% solo come una vez al día; el 23.4 % dos comidas al día; y el 75.3% tres veces al día. A lo cual se suma que es un hecho evidente -y enmascarado hasta ahora- que el país está entrando en inseguridad alimentaria y ya hay registros serios de que en varias capitales de departamento hay problemas para el acceso de los ciudadanos a los alimentos.

Por su elevado precio, los colombianos están dejando de consumir- en este orden- cárnicos, lácteos, frutas y verduras; y comiendo más granos, plátano, papa, yuca y sopas.  Lo cual, según estudios de la Universidad Nacional llevará a que este 2022 cerremos con por lo menos 300 niños muertos por física desnutrición, el año pasado fueron 170 los fallecidos. Así como con más personas en riesgo de sufrir enfermedades pre-existentes a causa de la desnutrición como diabetes, tensión arterial, estreñimiento y colon irritable, entre muchas otras.

Bueno. No es más por hoy. Feliz desayuno, almuerzo y cena para todos. Que piquen algo entre comidas. ¡Oh, Bueno! para los que puedan darse ese lujo.

Periodista del ámbito político administrativo y regional, con experiencia en diferentes medios de comunicación, director de Enfoque TeVe.

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