lunes, 29 de septiembre de 2025 10:48

Connect with us

Opinión

Fuera capuchos ¡La Universidad Pública se respeta!

Published

on

Por: Felipe Ferro Lozano

Dos imágenes de la educación colombiana capturan perfectamente la paradoja que vive el país bajo el gobierno de Petro. Por un lado, estudiantes y funcionarios de la Universidad del Tolima confrontando pacíficamente a encapuchados que pretendían vandalizar la institución, defendiendo su derecho a estudiar en paz. Por otro, Margarita Rosa de Francisco recibiendo subsidios educativos de estrato 3 mientras miles de jóvenes vulnerables ven esfumarse sus oportunidades por la crisis del ICETEX.

La primera escena nos devuelve la esperanza: jóvenes que rechazan la violencia y prefieren defender su educación antes que permitir actos vandálicos que en marzo pasado causaron daños por más de $400 millones. Estos estudiantes entienden algo fundamental que el gobierno no: la educación se construye con responsabilidad, no con demagogia ni vandalismo.

La segunda escena nos recuerda lo que estamos perdiendo: un ministro que defiende que «el derecho a la educación no distingue estratos» para justificar subsidios a personas de estrato 6, mientras 340.000 jóvenes vulnerables están en riesgo de perder sus créditos educativos por falta de recursos.

Las cifras no mienten y desmienten la propaganda oficial. Entre 2018 y 2022, el ICETEX vivió su época dorada: los beneficiarios activos pasaron de 639.499 a 945.815. Se otorgaron 306.000 nuevos créditos y 884.000 renovaciones por más de $5 billones. Durante la pandemia, más de 156.000 estudiantes recibieron auxilios que evitaron la deserción.

Pero llegó Petro con sus promesas imposibles de condonación generalizada, y el resultado es devastador: los créditos se redujeron a mínimos históricos, los subsidios desaparecieron y las cuotas aumentaron hasta un 93%.

El recorte presupuestal del 37% para 2025 amenaza con expulsar del sistema educativo a cientos de miles de jóvenes.
Aquí radica la gran contradicción de este gobierno: la misma izquierda que incita protestas violentas en las universidades, que tolera encapuchados vandalizando instituciones educativas, es la que ha destruido sistemáticamente la herramienta más efectiva de movilidad social que tenía Colombia.

Mientras los estudiantes del Tolima demuestran madurez cívica defendiendo su universidad de los vándalos, el ministro Rojas defiende lo indefendible: que una actriz millonaria acceda a subsidios destinados a los más pobres.

«No importa, 97% y si avanzamos al 100 de la gratuidad, eso cobija desde el estrato 1 o cero, hasta el 5 o 6», dijo sin inmutarse.

Esta es la lógica perversa del petrismo: recursos infinitos para sus aliados mediáticos, migajas para los jóvenes que realmente necesitan estudiar. Populismo para las cámaras, abandono para las víctimas reales de la desigualdad.

La crisis del ICETEX no es un accidente: es el resultado predecible de prometer lo imposible y gobernar sin rigor técnico. Un presidente que promete condonaciones masivas sin tener cómo financiarlas, termina destruyendo el sistema que pretendía reformar.

Le puede interesar: ¿Qué les dice Paola Holguín a los jóvenes? Mucho, pero no necesariamente lo que quieren oír

Las consecuencias son devastadoras: universidades sin recibir giros oportunos, estudiantes que no pueden renovar sus créditos, familias endeudadas con cuotas que aumentaron exponencialmente. Todo para sostener una narrativa política que privilegia el discurso sobre los resultados.

Los estudiantes de la Universidad del Tolima nos dieron una lección de gobernanza que Petro nunca aprendió: la diferencia entre construir y destruir. Ellos entendieron que defender la educación significa proteger las instituciones, no vandalizarlas. Que el progreso se logra con trabajo, no con consignas.

Mientras tanto, un gobierno que llegó prometiendo revolución educativa ha logrado exactamente lo contrario: menos créditos, más costos, mayor inequidad. Y cuando se les señalan estas fallas, responden con sofismas sobre derechos universales para justificar que Margarita Rosa de Francisco reciba lo que le corresponde a un joven de estrato 1.

Colombia necesita un ICETEX fortalecido, no destruido. Necesita líderes que entiendan que la responsabilidad fiscal es la base de la justicia social. Necesita gobernantes que, como los estudiantes del Tolima, prefieran construir antes que destruir.

La educación colombiana merece algo mejor que ministros que confunden demagogia con derechos, y presidentes que prometen lo que no pueden cumplir. Merece la seriedad técnica que tuvo el ICETEX antes de que llegara esta izquierda irresponsable a convertir la esperanza de miles de jóvenes en otra promesa incumplida más.