miércoles, 31 de diciembre de 2025 09:06

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Opinión

Emergencia económica o ¿broma del Día de los Inocentes?

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Por: Dahian García Covaleda

En Colombia, el Día de los Inocentes no solo se celebra con noticias falsas en WhatsApp. A veces también llega en forma de decretos oficiales.

La emergencia económica del gobierno Petro, anunciada en diciembre y defendida con tono apocalíptico, tiene algo de ese espíritu, pide que el país crea que lo que está pasando es inesperado, urgente y extraordinario. Spoiler: no lo es.

El déficit fiscal no apareció de repente como una broma mal contada. Estaba ahí, anunciado en los informes del Ministerio de Hacienda, advertido por expertos y discutido (sin éxito) en el Congreso. La verdadera sorpresa no es la crisis fiscal, sino la narrativa del Gobierno que el problema no es político, sino técnico; que no es falta de consensos, sino una emergencia inevitable.

La jugada es conocida. Cuando el Congreso dice no, el Ejecutivo cambia de escenario y se va al terreno de los estados de excepción. No porque haya ocurrido un terremoto económico, sino porque perdió una votación clave. Y eso, por definición, no es una emergencia es democracia funcionando de manera incómoda.

Petro ha dicho que si la Corte Constitucional tumba la emergencia, Colombia podría entrar en una grave crisis. El mensaje tiene doble filo. Por un lado, busca tranquilizar a los mercados con la idea de que el Gobierno “tiene control”. Por el otro, pone a la Corte en una posición ingrata o valida el decreto, o carga con la culpa del desastre. No es un argumento jurídico; es una estrategia política de presión.

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Aquí el Día de los Inocentes deja de ser una metáfora simpática y se vuelve una advertencia. Porque el Gobierno parece apostar a que los ciudadanos acepten una ficción conveniente que los problemas estructurales del Estado colombiano pueden resolverse con medidas excepcionales y temporales. Como si los huecos fiscales se taparan con decretos y no con acuerdos duraderos.

Lo más inquietante no es la emergencia en sí, sino el precedente. Si cada revés político puede traducirse en una emergencia económica, el Congreso queda reducido a un obstáculo y la excepcionalidad se vuelve costumbre. Y cuando eso pasa, el chiste siempre se repite, más poder concentrado, menos deliberación y ciudadanos pagando la cuenta.

Tal vez la Corte Constitucional tenga que hacer el papel de adulto en una sala llena de bromistas… recordar que no todo vale, ni siquiera cuando el argumento es “salvar al país”. Porque en Colombia, el verdadero Día de los Inocentes no es el 28 de diciembre. Es cada vez que se nos pide creer que gobernar por decreto es una casualidad y no una decisión política.

Y como suele pasar con las bromas malas, cuando uno se da cuenta… ya es tarde para reírse.