Opinión
El Gomezgallismo sigue vivo y vivirá siempre
Por: Juan Esteban Espinel Díaz
Desde el día en que lamentablemente faltó el senador Luis Humberto Gomez Gallo, se ha querido reducir el GomezGallismo a la figura de dos excongresistas, como si se tratara de un monólogo o una dictadura inmersa en el ajedrez político del Tolima. Sin embargo, quienes conocen la realidad electoral del departamento saben que el gomezgallismo no solo existe, está vivo, respira y hoy vuelve a expandirse con fuerza en el escenario nacional y local.
El error ha sido creer que los liderazgos terminan con las personas que los representan. En política, las doctrinas perduran mientras existan escuelas de formación, seguidores leales y plataformas que se renuevan. Y el GomezGallismo es exactamente eso, una escuela, un estilo de hacer política, una forma de construir poder territorial con disciplina, estructura y resultados.
Hoy, los hechos hablan por sí solos. Juan Carlos Wills, un hombre nacido y criado políticamente en el GomezGallismo, congresista actualmente, trabaja fuertemente por su ascenso, ser senador por el Partido Conservador. Su trayectoria no se explica sin la influencia de la escuela azul que durante décadas sembró cuadros, formó dirigentes y moldeó figuras públicas desde Ibagué hasta Bogotá.
En el contexto local, el GomezGallismo también tiene su fortín. En Ibagué, Arturo Castillo representa a los “pura sangre”. Concejal sólido, estratega, persistente, encarna la línea dura del movimiento. Y no está solo: en su equipo político están la hija mayor de Gómez Gallo, Manuela Gómez y su esposo, el yerno del senador, demostrando que la estructura familiar y política continúa en plena actividad y con vocación de poder.
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Por otro lado, la esposa del senador Luis Humberto Gómez Gallo, madre de dos de sus hijos, llegará al Senado por el Centro Democrático. No llega desde afuera, no es improvisada, no es una figura adoptada por conveniencia; tiene legitimidad y arrastra un apellido que, aunque algunos intenten minimizar, sigue teniendo impacto real en el voto tolimense.
Y para los que creen que el GomezGallismo perdió sus cartas fuertes, deben recordar que, el movimiento que con cariño, trabajo y visión, fortaleció el senador, cuenta también con conexiones influyentes en el sector privado.
El GomezGallismo no es nostalgia, tampoco son solo dos nombres en la baraja. Es un modelo en marcha, con nuevos rostros y viejas raíces, con presencia en el Partido Conservador, en el Centro Democrático y en los liderazgos locales. Es un movimiento que entendió que el poder no se hereda solo con la sangre, sino que se defiende con estructura, se consolida con estrategia y se proyecta con nuevos liderazgos.
En síntesis, quienes creían que el GomezGallismo desaparecería con la pérdida de un aval, se equivocaron de historia. No solo sigue vivo, está en pleno proceso de expansión. Y lo que viene apenas está empezando.