Opinión

Cuando las lluvias son noticia

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Por: Gustavo Campo Menco

Es como si nubes de concreto se desmigajaran a pedradas contra la tierra durante las noches. Aguaceros sólidos estrujan el terreno, revientan los cauces, arrancan techos, muelen cimientos. A pesar de todo eso, en el transcurso de septiembre, todavía no hay reportes de desaparecidos ni víctimas mortales como sucedió en marzo de 2021, con el inicio de la temporada de lluvias en Colombia, donde se reportaron más de setenta muertes por desastres de aguaceros.

El 1 de septiembre, medios nacionales emitieron en directo alertas desde las regiones Caribe y Andina, donde las lluvias habían ocasionado estragos que reportaron desde agosto. Las imágenes en pantalla mostraban pueblos estropeados con avalanchas, inundaciones, deslizamientos de tierra y crecientes súbitas. Para precisar la afectación en las zonas, las autoridades locales en departamentos como Bolívar, Santander y Antioquia habían advertido que las lluvias no correspondían a la temporada invernal, sino a coletazos de las tormentas del Caribe, que se generaron a finales de agosto. Todo este escenario desató una crisis: pasos restringidos por derrumbes, cortes masivos de energía y poblaciones evacuadas.

El 2 de septiembre, el IDEAM (Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales) anunció que la segunda temporada de lluvias iniciaría el 16 de septiembre y en noviembre habría aumentos de precipitación. Yolanda González, directora del IDEAM, ratificó en un comunicado reproducido en medios, que las precipitaciones de agosto terminaron con volúmenes, históricamente, por encima de lo normal, en gran parte de las regiones Andina y Caribe, y ante ello, las amenazas de inundaciones y deslizamientos de tierra estaban presentes en Magdalena, Norte de Santander, Santander, Antioquia, Golfo de Urabá, Chocó, Boyacá, Cundinamarca y Tolima. Sumado a ello, las cuencas medias y bajas de los ríos Magdalena y Cauca, y sus afluentes, se encontraban con niveles altos.

El comunicado venía con un llamado al orden, hecho por Eduardo José González Angulo, director general de la UNGRD (Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres), basado en las alertas del IDEAM. En él pedía atender a los avisos de las autoridades administrativas y entidades operativas para la gestión del riesgo y desastres. Y recomendaba a las poblaciones ubicadas en zonas de riesgo, como laderas, alta pendiente y madreviejas de los ríos, estar preparados. Porque la temporada de lluvias que tendrá el país, es grande.

En lo que va transcurrido de septiembre, pareciera que a los medios que cubren estas regiones afectadas, la situación se les hubiese disuelto en el aire. Podría percibirse que el pronóstico de esta crisis entró en el universo de la nada. Cayó en el abandono de la desinformación. Una situación crítica como esta, debería ocupar mayor atención en las agendas de las salas de prensa y reflejarse en la información que presentan.

De lo anterior, surge un contraste histórico y periodístico. En la memoria del periodismo en Colombia, existe la historia de cómo un aguacero se convirtió en noticia, y cómo esa noticia hizo historia. El 17 de noviembre, de 1954, el diario El Espectador publicó un reportaje titulado “La ciudad que quedó paralizada”. El artículo es una proeza del oficio periodístico. Pero la historia que acompaña la realización de ese trabajo es lo que la hace inmortal. Esa historia está escrita en Vivir para contarla, autobiografía de Gabriel García Márquez, publicada en 2002.

Allí se relata un hecho que para él significó su primera lección grande de reportero. Ocurrió una tarde de noviembre, cuando cayó un aguacero bestial de tres horas en Bogotá. El agua en las calles arrasó lo que encontraba. Vehículos y gente soportaron el estrago de la tormenta. Los periodistas fueron espectadores mudos desde las ventanas del diario. Hasta que “de pronto, Guillermo Cano pareció despertar de un sueño sin fondo, se volvió hacia la redacción paralizada y gritó: ¡Este aguacero es noticia!”. Gabriel García Márquez narra con detalles lo que siguió a ese grito. “Los redactores corrimos a nuestros puestos de combate, para conseguir por teléfono los datos atropellados que nos indicaba José Salgar para escribir a pedazos entre todos el reportaje del aguacero del siglo.”

El reportaje está compilado en el libro “Entre cachacos. Obra periodística 2. 1954 – 1955”, de 1995, un trabajo juicioso del escritor francés Jacques Gilard, quien reunió los artículos de Gabriel García Márquez, publicados en El Espectador durante ese tiempo. En el inicio del reportaje, queda inscrito el suceso que deriva en el conflicto de la historia: “A las cuatro de la tarde, después de una mañana de sol, se precipitó sobre Bogotá uno de los más torrenciales aguaceros de los últimos años.”

El reportaje presenta un ejercicio de contrastes de información a partir de los sucesos:

Escenas dramáticas se registraban en el barrio de La Perseverancia, donde estalló el alcantarillado y las aguas invadieron las casas. Dos niños no pudieron ponerse a salvo, y su rescate sólo fue posible con el concurso de un grupo de obreros que se apresuraron a evacuar la residencia inundada. Uno de los niños, semiasfixiado, recibe en estos momentos auxilio de emergencia, en un desesperado esfuerzo por salvarle la vida.

Y en otro aparte se encuentra el contraste de lo anterior:

En algunos barrios se pusieron notas de humor a la lluvia: los propietarios de botes que durante los fines de semana se van de pesca a Tota o al Magdalena, aprovecharon las corrientes urbanas para salir a pescar en sus embarcaciones. A las seis de la tarde, en la avenida Caracas se organizaba un campeonato de botes a motor.

En ese reportaje, se percibe una crítica. Y es que, con el aguacero, mientras familias sufren y esperan ayuda, otras se divierten. Aquí lo trágico es que el incidente para algunos representa dolor y muerte, y para otros es goce y vida. Dos caras de una moneda. Aquí entra el oficio periodístico: mostrar, denunciar, y quizá ayudar.

Sirva este paralelo histórico con las alertas diarias que emite el IDEAM en sus redes, sobre la temporada de lluvias que vive Colombia este año. En lo transcurrido de septiembre se han reportado excesos de lluvia en sectores amplios de las regiones Caribe, Pacífica y Andina, así como los mayores volúmenes de precipitación y aumento de caudales. Durante la semana en curso, antes de la fecha señalada como inicio de la segunda temporada de lluvias, los reportes han anunciado el aumento de lluvias, con Alerta Naranja de deslizamientos y Alerta Roja de tormentas eléctricas. Las lluvias harán noticia, otra vez.

 

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