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Opinión

A cuál “normalidad” volver

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Por: Germán Sánchez

De a poco el país comienza a volver la “normalidad”: corrupción por doquier, hambre, desempleo, atracos, asesinatos, injusticia plena. El narcotráfico campea, las áreas cultivadas de coca se multiplicaron en los últimos tres años, volvieron los montajes de atentados a funcionarios y guarniciones militares para generar sensación de caos, que el terror llegó y debe combatirse con mano dura sin límites ante tanto desorden de supuestos desadaptados-terroristas.

Como si no fuese poco con ese retorno a lo mismo de antes, ahora también se quiere estigmatizar a millones de colombianos que se hartaron de su condición de pobreza, falta de oportunidades, desempleo, excesos de gabelas en altos cargos públicos, legislación en beneficio de unos pocos sectores y  robo al erario; se les descalifica como generadores de rencor, idiotas útiles, a patrias, inconscientes y otros epítetos, por parte de quienes precisamente han tenido la posibilidad de mejorar las condiciones a muchos, parar el desangre, frenar la rapiña a las arcas y no lo hicieron; pero ahora sí se empeñan en dar clases públicas de ética ciudadana cual falsos coaching, youtuber o influencer del amor. Piden con eufemismos que quien se queje, tenga pensamiento crítico, estudie, pregunte, exija, exprese y se manifieste con acciones en esta coyuntura debería ser apedreado públicamente y quienes las lancen, recompensados por la defensa a la patria y el orden.

Limpien las gafas del futuro, renueven las miradas, construyan un mejor país –pero sin muchos cambios del actual- y otros etcéteras, promulgan mirando de soslayo y con tono ceremonial -como en homilía de domingo- en dirección a esos millones de colombianos cansados de la inequidad social.

Calladitos lo hacen mejor, váyanse para la casa, no estorben, déjenos pensar y trabajar que somos sus salvadores, demos tiempo (ojalá muchos años más) para que ajustemos algunas cosillas, pareciera escucharse en boca de esos psudoprofetas  en coro con algunos dirigentes. Este momento del país no debe verse desde lo político, sino desde lo económico y el desarrollo, la política hagámosla en las urnas, enfatizan en sus discursos; es decir, lo que entienden por democracia y el único derecho que dan en ella a los demás es el de ir a votar. O sea, a la normalidad.

Por favor, no rayemos en el cinismo ni desviemos la atención de las situaciones de fondo. Esto no se trata de polarizaciones ni de odios ni de izquierdas contra derechas para la entretención de la gradería, hay que dar importancia a la importante. Y precisamente lo importante tiene que ver con las acciones, decisiones inmediatas y de fondo, frente a la  precariedad económica de millones de colombianos, la falta de garantías para muchas actividades, la poca justicia real y mucha formal que hoy tenemos, la excesiva concentración de riqueza y privilegios conseguidos de manera “noc santa” por algunos líderes y grupos económicos, de la seguridad alimentaria y la entrega de los recursos naturales que se da a borbotones desde el Estado a grupos inversores, recibiendo migajas por ello y sin pensar en las futuras generaciones y su subsistencia digna.

De eso debería tratar el regreso a la normalidad, de que esos temas ocupen la agenda, el debate en la opinión, las reformas legales necesarias, la reingeniería a las instituciones a lo cual, por supuesto, no se atraviesen por intereses personales y focales ni el Congreso ni el Gobierno ni las altas cortes que han demostrado muchas veces actuar en beneficio propio y de espaldas a la realidad. Como sociedad esa debería ser la normalidad a la cual deberíamos retornar todos de ahora en delante de manera responsable, no solo a la alternancia educativa ni laboral, ni usar todo el tiempo o dejar de usar tapabocas o el distanciamiento social, las aglomeraciones y conciertos, la reapertura económica total y el aforo máximo en locales o transporte público, eso es lo obvio.

Porque si jugamos a que todo vuelva al estado inicial antes de la pandemia, simple y llanamente nos enfrentaremos en el mediano plazo a una peor tormenta social, debido a que quienes han hecho realmente la otra resistencia, es decir, comerciantes, empresarios, profesionales independientes, rebuscadores, campesinos, líderes sociales y médicos, entre otros, estarán en peores condiciones y robustecerán el huracán del inconformismo. Recuerden que la mentira más común es aquella con la que un hombre se engaña a sí mismo (Friedrich Nietzsche).

Periodista del ámbito político administrativo y regional, con experiencia en diferentes medios de comunicación, director de Enfoque TeVe.

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